El de Daniel Melero es un caso extraño. Si hubiese una hipotética universidad de rock argentino habría una materia llamada: "Problemática de Daniel Melero". Habitualmente denominado el hombre tecnofilo de estas pampas (el epíteto histórico que le endilgan es: “el Brian Eno argentino”; su fotografía paradigmática lo refleja concentrado en una computadora arriba del escenario), sus mejores discos son aquellos en los que se desprende de las máquinas y se concentra en la canción en su formato más simple y conocido. El ejemplo más acabado es Vaquero (2001), un trabajo excepcional que sólo un distraído con serios problemas mentales podría dejar fuera de una lista con los mejores discos de la década. Echando mano de un poptimismo a toda prueba que se desprende incluso desde el título de las canciones, cursi hasta la resignificación, sabio, Melero hizo un disco adictivo. Probablemente ése debería haber sido el punto de quiebre comercial que lo valorizara y volviera cercano al mainstream. Pero con Daniel Melero es casi imposible. No sé exactamente por qué y cómo un músico no es reconocido masivamente habiendo compuesto los siguientes temas (sin tener en cuenta su participación decisiva en el mejor disco de Soda Stereo: Dynamo):
-Trátame suavemente
-No dejes que llueva
-Melodías románticas
-Quiero estar entre tus cosas
-Nena mía
-Resfriada
-Dejaré que el tiempo me alcance
-Cielo
-Trátame suavemente
-No dejes que llueva
-Melodías románticas
-Quiero estar entre tus cosas
-Nena mía
-Resfriada
-Dejaré que el tiempo me alcance
-Cielo
-Descansa en mis brazos
-Tu vida empieza hoy
-La vida es caprichosa
-No es tan simple
-Amor en pie
-Nadie sabe amar
Quizás la respuesta esté en la versión del que terminó siendo uno de los primeros clásicos de Soda Stereo. Cerati le imprime un tono meloso e instrumentalmente elabora una serie de ganchos melódicos infalibles. Melero la canta con su tono entre grave y nasal (tiene una voz rarísima) y con una austeridad sonora kamikaze. “Si te gusta bien”, parece decir el ex líder de Los Encargados, “pero yo no me voy a hacer el payaso para vos”. Esa apreciable mala onda en la era de las sonrisas y la necesidad imperiosa de caer bien cueste lo que cueste, quizá sea lo que lo deja siempre en un lugar excéntrico (en el sentido literal del término: fuera del centro) que, por otro lado, debe agradarle. Otra explicación para su ostracismo puede encontrarse en que para el gran público siempre quedó como el tipo que estaba al costado de Cerati en las entrevistas (chequear Colores Santos), especie de Adolfo Bioy Casares de un Borges Stereo. Pero bueno: ¿cómo siquiera podríamos atisbar una respuesta convincente? ¿A quién le importa? Su nuevo trabajo se llama X (Por) y es muy bueno. Producido por integrantes de Babasónicos (banda que, entre otras, apadrinó a principios de los 90’) vendría a ser el eslabón perdido entre el mencionado Vaquero y Travesti (1994), un disco luminoso (en la senda del rock bucólico de los 70’: David Lebón, Artaud), a menudo reconocido como lo mejor de su carrera (junto a Conga, del 88’). Acústico, entrador, breve (incluso a algunos temas parece faltarles una parte), X comienza con “Nueva era”, un tema demoledor que comienza diciendo “Nada importa si hay amor es una mentira atroz” para luego transformarse en un manifiesto anti-redes sociales donde se afirma que nada solucionará “un fotolog o un my space”. “Esto es bueno, esto es malo, esto debe hacerse, aquello no”, repite Melero, algo indignado, explicitando la novedad de que las pautas sociales sean marcadas desde los monitores. Pero como no toda es vigilia la de los ojos abiertos, no todo es pesimismo el de X. En realidad el disco se distingue por sus canciones apacibles que acompañan cualquier estado de ánimo y situación: para acomodar la casa, para caminar apaciblemente por las calles, para (intentar) seducir a una muchacha, para reflexionar mirando el techo. “Celoso”, con su estribillo autorreferencial cantado a dúo con Dárgelos parece un chiste (“Vos sabés que no sé nada de mí aunque hablo de mí todo el tiempo”), pero es seriamente pegadiza. “Porque si” posee un laconismo cercano a la poesía. La letra dice:
“Que sea de una vez
Con rapidez
Sin reflexión
Que sea porque sí
Que sea inesperado
Sin palabra
Que sea porque sí
Que sean dignas las heridas
Que sean mías
Y aún en la sorpresa
Que todo continúe
Aunque sea por compasión
A mí
A mí”
En otros temas se nota la influencia babasónica (siempre desde el enfoque especial de Melero): “Tenés”, por ejemplo, parece una balada romántica de Infame (“Enamorarse es fácil/ Más complejo es vivir en amor”) y “Por la ventana”, una historia típica de Miami o Jessico. En definitiva: Melero lo hizo otra vez. Tenemos otro puñado de canciones estupendas para cantar secretamente, mientras las masas bailan Shakira y piden seguridad.
-La vida es caprichosa
-No es tan simple
-Amor en pie
-Nadie sabe amar
Quizás la respuesta esté en la versión del que terminó siendo uno de los primeros clásicos de Soda Stereo. Cerati le imprime un tono meloso e instrumentalmente elabora una serie de ganchos melódicos infalibles. Melero la canta con su tono entre grave y nasal (tiene una voz rarísima) y con una austeridad sonora kamikaze. “Si te gusta bien”, parece decir el ex líder de Los Encargados, “pero yo no me voy a hacer el payaso para vos”. Esa apreciable mala onda en la era de las sonrisas y la necesidad imperiosa de caer bien cueste lo que cueste, quizá sea lo que lo deja siempre en un lugar excéntrico (en el sentido literal del término: fuera del centro) que, por otro lado, debe agradarle. Otra explicación para su ostracismo puede encontrarse en que para el gran público siempre quedó como el tipo que estaba al costado de Cerati en las entrevistas (chequear Colores Santos), especie de Adolfo Bioy Casares de un Borges Stereo. Pero bueno: ¿cómo siquiera podríamos atisbar una respuesta convincente? ¿A quién le importa? Su nuevo trabajo se llama X (Por) y es muy bueno. Producido por integrantes de Babasónicos (banda que, entre otras, apadrinó a principios de los 90’) vendría a ser el eslabón perdido entre el mencionado Vaquero y Travesti (1994), un disco luminoso (en la senda del rock bucólico de los 70’: David Lebón, Artaud), a menudo reconocido como lo mejor de su carrera (junto a Conga, del 88’). Acústico, entrador, breve (incluso a algunos temas parece faltarles una parte), X comienza con “Nueva era”, un tema demoledor que comienza diciendo “Nada importa si hay amor es una mentira atroz” para luego transformarse en un manifiesto anti-redes sociales donde se afirma que nada solucionará “un fotolog o un my space”. “Esto es bueno, esto es malo, esto debe hacerse, aquello no”, repite Melero, algo indignado, explicitando la novedad de que las pautas sociales sean marcadas desde los monitores. Pero como no toda es vigilia la de los ojos abiertos, no todo es pesimismo el de X. En realidad el disco se distingue por sus canciones apacibles que acompañan cualquier estado de ánimo y situación: para acomodar la casa, para caminar apaciblemente por las calles, para (intentar) seducir a una muchacha, para reflexionar mirando el techo. “Celoso”, con su estribillo autorreferencial cantado a dúo con Dárgelos parece un chiste (“Vos sabés que no sé nada de mí aunque hablo de mí todo el tiempo”), pero es seriamente pegadiza. “Porque si” posee un laconismo cercano a la poesía. La letra dice:
“Que sea de una vez
Con rapidez
Sin reflexión
Que sea porque sí
Que sea inesperado
Sin palabra
Que sea porque sí
Que sean dignas las heridas
Que sean mías
Y aún en la sorpresa
Que todo continúe
Aunque sea por compasión
A mí
A mí”
En otros temas se nota la influencia babasónica (siempre desde el enfoque especial de Melero): “Tenés”, por ejemplo, parece una balada romántica de Infame (“Enamorarse es fácil/ Más complejo es vivir en amor”) y “Por la ventana”, una historia típica de Miami o Jessico. En definitiva: Melero lo hizo otra vez. Tenemos otro puñado de canciones estupendas para cantar secretamente, mientras las masas bailan Shakira y piden seguridad.
6 comentarios:
Ya sé que a todos les gusta Melero pero no se amontonen para comentar (?).
Y bue, será que, como vos dijiste, están escuchando a shakira o en alguna marchita pidiendo la aniquilación de una raza, quién sabe.
Maravilloso nuevo disco del genio. Estilo melero con toques babasónicos, simplemente irresistible.
Le veo más puntos de conexión con esa otra joyita que es vaquero.
Palabras de Melero:
"Una buena canción tiene que ser como un vehículo. Mucha gente sobreinforma en una canción. Para mí tiene que tener los elementos suficientes como para que el que escucha se suba y vaya en la dirección que quiera. No tiene que ser como un tren, que sólo va en una dirección, por las vías."
http://www.pagina12.com.ar/diario/suplementos/espectaculos/3-16011-2009-11-16.html
Buenísima tu definición de Melero: el Bioy de Borges Stereo.
A mi me encanta Bioy. Y, aunque claramente Borges está a un universo de distancia de Bioy, disfruto más de este último.
Con respecto a Melero, me gustaron muchos sus discos de Piano.
Coincido en que cuando es menos electrónico y más cancionero es mucho mejor.
Saludos.
Quiero estar entre tus cosas es, por su sensibilidad, misterio y economía poética y musical, quizás la mejor canción posible...igual no sé porque no me alcanza con eso para ser fan de melero...me encantaría que fuera mucho menos conocido, incluso un desconocido total, así podría decirle a alguna chica que me dejó o que no me dio bola, "te compuse esta canción" y torturarla...muy bueno lo que escribis...
Manucho
ok... es interesante lo que decís... pero te olvidaste el tema de la pedantería...
A mí también me gusta Bioy, incluso sus novelas consideradas malas (La aventura de un fotógrafo en la Plata, por ejemplo). Y de Melero, para el que no le puede entrar todavía, recomiendo: Travesti, Piano y Vaquero. Creo que son tres discazos. Sobre la pedantería: todos los músicos más o menos talentosos son o parecen unos pedantes. Cerati, Páez, Solari, García, etc., etc. Melero entra en esa categoría. Lo peor es cuando no son talentosos y aún así son pedantes. Saludos.
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