Cold Souls (Sophie Barthes): Caso concreto en el que la idea de la película es mejor que la película misma. El actor Paul Giamatti (interpretado por Paul Giamatti) se encuentra parado en el medio de la vida pero no se siente muy bien, sino todo lo contrario. Para salir de la encrucijada existencial, decide someterse a una operación quirúrgica y extirparse el alma. El resto del film cuenta las peripecias que debe realizar para conseguirla nuevamente: un viaje a Moscú, el vínculo con una mujer rusa que transporta almas (una “mula”). La anécdota recuerda innumerables obras artísticas: desde el cine de Michael Gondry (Quieres ser John Malkovich, Eterno resplandor de una mente sin recuerdos) a Dormir al sol, la hermosa novela de Bioy Casares. Ciencia ficción metafísica que se queda a mitad de camino entre la comedia y el drama. Para ser lo primero, carece de un guión sólido y abundante en comicidad. Para lo segundo, el núcleo del disturbio es demasiado absurdo. Se destaca el trabajo del actor principal, algunos aciertos en la estructura narrativa del film (que el método de cirugía no sorprenda a nadie, que Giamatti vea su alma recién hacia el final) y, lamentablemente, cierta lentitud en los acontecimientos.
The house of the devil (Ti West): El título de la película sintetiza su argumento: en una casa vive un Diablo. ¿Por qué? No lo sé, llegué 40 minutos después de comenzada la función. A no ser que ese primer lapso haya sido una revelación cinematográfica de ribetes extraordinarios, la película (con un trabajo de fotografía estupendo) toma prestado cada uno de los elementos del terror clásico de los años 80’. La visión panorámica de la actriz principal, Jocelyn Donahue, justifica la existencia del film. Debería verlo entero para saber de qué se trata.
Kapanga Todoterreno (Farsa Producciones): He aquí uno de los momentos más oscuros de mi vida. No voy a revelar por qué asistí a la función de una película con los integrantes del grupo de cuarteto-rock Kapanga como protagonistas porque debería incinerar públicamente el prestigio de una persona. Echemos un manto de piedad. Un grupo de obreros se rebela contra su jefe, renuncia y quiere participar de un aparente concurso de bandas Beat. El film se plantea como una actualización bizarra (aquí el término gastado puede mencionarse en todo su esplendor) de aquellas comedias argentinas de la década del 70’ en las que cantantes populares (Sandro, Palito Ortega, Cacho Castaña) vivían algún tipo de aventura mientras se despachaban a propósito de nada con algunos de sus grandes hits. En fin, Kapanga Todoterreno se mueve entre el grotesco y la idiotez premeditada. En esa dinámica absurda, se aprecia como un error incluir canciones enteras, lo que provoca la estupefacción del espectador neutral. Cerca del final, Ricardo Iorio interpreta al “Dios del asado”, un papel memorable que podría haber sido aprovechado con más efectividad.
Unmade Beds (Alexis Dos Santos): Una película muy bella que reúne una constelación de aciertos: la banda sonora, la fotografía, el caudal poético de algunas imágenes, la firmeza de la mayoría de las actuaciones. Todos estos elementos hacen olvidar la fantasía (de ribetes crismoreneanos; en un contexto que tiende al realismo) de una comunidad de okupas hermosos, adinerados y sin más preocupación que vivir de fiesta. Ambientada en una Londres multiétnica, con un espíritu melanco-cool, Dos Santos mezcla los itinerarios de dos jóvenes que se encuentran en “el fondo del hecho consumado” (Fabián Casas/Grombowicz dixit): Alex (que busca a su padre) y Vera (que se separó de su pareja recientemente). Las dos historias son atrayentes, pero sobresale la segunda por la multiplicidad de avatares que circunda el romance entre Vera y otro chico del que se enamora. Algunas escenas entre los dos poseen una tensión erótica y/o dramática considerable, obteniéndose como resultado una sensación de intimidad que puede llegar a incomodar. Incluye final altamente emotivo.
The house of the devil (Ti West): El título de la película sintetiza su argumento: en una casa vive un Diablo. ¿Por qué? No lo sé, llegué 40 minutos después de comenzada la función. A no ser que ese primer lapso haya sido una revelación cinematográfica de ribetes extraordinarios, la película (con un trabajo de fotografía estupendo) toma prestado cada uno de los elementos del terror clásico de los años 80’. La visión panorámica de la actriz principal, Jocelyn Donahue, justifica la existencia del film. Debería verlo entero para saber de qué se trata.
Kapanga Todoterreno (Farsa Producciones): He aquí uno de los momentos más oscuros de mi vida. No voy a revelar por qué asistí a la función de una película con los integrantes del grupo de cuarteto-rock Kapanga como protagonistas porque debería incinerar públicamente el prestigio de una persona. Echemos un manto de piedad. Un grupo de obreros se rebela contra su jefe, renuncia y quiere participar de un aparente concurso de bandas Beat. El film se plantea como una actualización bizarra (aquí el término gastado puede mencionarse en todo su esplendor) de aquellas comedias argentinas de la década del 70’ en las que cantantes populares (Sandro, Palito Ortega, Cacho Castaña) vivían algún tipo de aventura mientras se despachaban a propósito de nada con algunos de sus grandes hits. En fin, Kapanga Todoterreno se mueve entre el grotesco y la idiotez premeditada. En esa dinámica absurda, se aprecia como un error incluir canciones enteras, lo que provoca la estupefacción del espectador neutral. Cerca del final, Ricardo Iorio interpreta al “Dios del asado”, un papel memorable que podría haber sido aprovechado con más efectividad.
Unmade Beds (Alexis Dos Santos): Una película muy bella que reúne una constelación de aciertos: la banda sonora, la fotografía, el caudal poético de algunas imágenes, la firmeza de la mayoría de las actuaciones. Todos estos elementos hacen olvidar la fantasía (de ribetes crismoreneanos; en un contexto que tiende al realismo) de una comunidad de okupas hermosos, adinerados y sin más preocupación que vivir de fiesta. Ambientada en una Londres multiétnica, con un espíritu melanco-cool, Dos Santos mezcla los itinerarios de dos jóvenes que se encuentran en “el fondo del hecho consumado” (Fabián Casas/Grombowicz dixit): Alex (que busca a su padre) y Vera (que se separó de su pareja recientemente). Las dos historias son atrayentes, pero sobresale la segunda por la multiplicidad de avatares que circunda el romance entre Vera y otro chico del que se enamora. Algunas escenas entre los dos poseen una tensión erótica y/o dramática considerable, obteniéndose como resultado una sensación de intimidad que puede llegar a incomodar. Incluye final altamente emotivo.
4 comentarios:
Che ¿cual era capanga? ¿Un petiso con la remera del Che?
Te envidio sanamente por poder concurrir, sabías?
Ah, la envidia, típico del kirchnerismo crispado y revanchista! (?)
"En fin, Kapanga Todoterreno se mueve entre el grotesco y la idiotez premeditada."
evito entonces mirarla (aunque igualmente no tenía pensado hacerlo)
pero sí quiero mirar unmade beds y cold souls.
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