sábado, 5 de diciembre de 2009

Spinetta y las Bandas Eternas

Para Marilina y Matías

¿Por dónde empezar? Ya sé, con algo que (supuestamente) no tiene nada que ver: la semana pasada fui a ver a Gabo Ferro al Teatro Diagonal, acá en Mar del Plata. El concierto fue muy bueno y a la salida me encontré con Gustavo Sala. Conversamos un rato (al igual que Pablo Vasco, siempre me tira muy buena onda por el blog; se los agradezco) y, como sabía que iba a ver a Spinetta y las bandas eternas, me despedí diciéndole: “Nos vemos en Vélez” o algo así. Él, irónicamente, contestó: “Claro, seremos 30.000 personas, seguro que nos encontramos”. Acá termina esta anécdota que será retomada más adelante, no sé en qué momento del texto pero lo prometo.

Las jornadas anteriores al recital fueron de gran nerviosismo para los spinetteanos. No creo haber sido el único que se fijaba por lo menos dos veces al día si la entrada permanecía intacta en el mismo lugar que la había guardado. Por eso cuando llegó por fin el día señalado, las expectativas se fueron por las nubes. Me tomé el micro 13:30. Para pasar el tiempo intenté con cuatro libros (Tokio Blues y los tres de la colección de Página 12), pero no pude con ninguno. No había cargado el mp3 con canciones de Spinetta para recibir el impacto de lleno en el Fortín de Liniers, pero en el viaje me arrepentí muchísimo. Al entrar a Buenos Aires, un caos de tránsito de tintes “tnteanos” se hizo presente. El micro, que debía arribar 18: 30, llegó con cuarenta minutos de atraso. En Retiro me esperaban Marilina y Matías, dos seres amables (conozco pocas personas que derrochen tal grado de bondad y en forma tan desinteresada) que se prestaron de guías para que la aventura del Corvino en la Gran Ciudad no termine en un nuevo y lamentable caso Pomar. Desde allí nos tomamos el 106 y en el trayecto hasta la cancha, como buenos porteños y orgullosos de serlo, me fueron mostrando la avenida más larga del mundo, la plaza más larga del mundo, la pizzería más genial del mundo, el camión más raro del mundo y finalmente, la gran estrella de la noche: el andamio, que según Marilina, es el más fuerte del mundo y por supuesto está en Capital (como todo lo mejor, grande y bueno). No sabíamos que estábamos por presenciar todavía el concierto más largo del mundo con la infraestructura más chota del mundo (aunque sí intuíamos que se trataba del artista más grande del mundo). Probablemente para que el concepto de eternidad que daba título al show se materialice en forma certera, la cola, para no ser menos, fue la más larga del mundo.

En el comienzo fue el bajón. El inicio del show fue muy tenue y provocó un poco de estupefacción. Alrededor de las 21:50, un exultante Flaco Spinetta (la felicidad lo acompañó durante las 5 horas y 20 minutos) saludó al público y mencionó una lista de músicos que le gustaría haber invitado pero que no pudieron estar por distintas razones, como por ejemplo Pedro Aznar o Moris (me sorprendió la inclusión del Indio Solari y Andrés Calamaro). “Mi elemento” fue el tema de bienvenida y en el que se explicitaron serias falencias en el sonido. Creo que el volumen bajísimo inhibió a la gente para corear los temas un poco más. Las pantallas al costado del escenario parecían de 29 pulgadas y estaban ubicadas a escasa altura. La inédita extensión del sector VIP llegaba por lo menos a la mitad del círculo central y quienes estábamos en el campo no podíamos ver absolutamente nada. Promediando la primera parte del show (en la que Spinetta repasó temas de Jade y sus diferentes etapas solistas), los cráneos de Fénix (obstinados en su objetivo: organizar un recital peor que el otro) decidieron desplegar una “pantalla” en la torre de sonido para que el proletariado (que pagó la nada despreciable suma de 120 pesos, casi una asignación familiar) pudiese ver algo. En fin, la pantalla se volaba mientras la imagen de los músicos se perdía en el infinito. Por suerte la gente se lo tomó con soda y comenzó a gritar frases hilarantes como “Atalo con alambre”. Pero dejemos de lado lo accesorio, desde el punto de vista musical, en la primera parte, Spinetta eligió un repertorio heterodoxo, sin acudir con persistencia a grandes hits (no tocó, por ejemplo, “Quedándote o yéndote”, “Barro tal vez”) y rescatando tracks olvidadísimas de los 80’ como “No ves que ya no somos chiquitos” o “Vida siempre”. Canciones sin estribillos, lados B, con letras un tanto intraducibles fueron las elegidas por el compositor en un gesto más (¿tal vez innecesario dado el contexto del show?) de libertad artística. El protagonismo excluyente fue para los tecladistas invitados, un verdadero dream team que demuestra a las claras la calidad incuestionable de las bandas de Spinetta: Leo Sujatovich, Diego Rappoport, Mono Fontana, Juan del Barrio, todos fenómenos que exceden largamente el rock (un género que originalmente es muy menor en comparación a la bossa nova o el jazz, por ejemplo). Los momentos de mayor intensidad sucedieron al sonar el swing funky de “Fina ropa blanca” (1989) y “La bengala perdida” (1989), la primera joya extraordinaria. Dos clásicos de Jade lograron el beneplácito de la multitud: “Alma de diamante” (hermoso momento de la noche) y “Maribel se durmió”, en una versión breve con voz y piano, sin la banda. No hubo lugar para “Dale gracias” o “Contra todos los males de este mundo”, sí para gemas oscuras como “Era de uranio” y “Sombras en los álamos”, pero a partir de allí el recital fue mejorando hasta alcanzar alturas épicas. Quedó la sensación, eso sí, de que por lo menos los primeros diez temas no eran acordes para un estadio, sino más bien para un teatro cerrado (“Cisne”, de Para los árboles, me pareció interminable). O quizás fue el sonido horrible.

Los invitados comenzaron a darle cuerpo al show. Spinetta, con humildad oriental, convirtió su homenaje en un tributo a los músicos que lo acompañaron. Cada vez que presentaba a uno lo denominaba “genio”, “monstruo”, “maestro”, hasta que comenzó a jugar con el público en la costumbre de poner epítetos cada vez más grandilocuentes. Es perfecto el manejo de la situación que hace Spinetta. Su música sublime y el humor de ribetes absurdos que cultiva hacen que sus fans directamente lo amen. Y está bien que así sea. Cuando presentó a Almendra dijo: “Voy a presentar a cuatro genios”. Al darse cuenta de que eran tres, aclaró: “Es que son tan genios que entre los tres hacen otro genio”. También, a medida que las horas se iban sumando, se divirtió repitiendo “Y esto todavía no termina” ante la carcajada general. “¿Están aburridos?”, preguntó cuando ya era muy tarde, “¿por qué no se van a ver ACDC?”, espetó en criollo.

Además de los instrumentistas, estuvieron los denominados “invitados estrellas”. Solistas, líderes de grupos de convocatoria masiva, hacedores de hits que aunque sea en visibilidad pública han opacado a Spinetta. El primero de ellos fue Fito Páez, que interpretó “Las cosas tienen movimiento”, un tema muy lindo que a veces me hace llorar (de todos modos nunca me quebré, creí que iba a lagrimear seguido) y que Spinetta toca desde hace algunos años atrás. También repasaron “Asilo en tu corazón”, romántica pieza de La, la, la. Cerati descolló en “Té para 3” y cumplió el sueño del pibe (le decían “el Flaco” de chico por razones obvias) al compartir nuevamente “Bajan”, el primer instante de verdadera emoción en el show. Ya estaba Gustavo Spinetta en batería, así que seguido sonó “Cementerio club”, un blues antológico de Artaud que dice cosas como:

“oye dime nena, ¿dónde ves ahora algo en mí que no detestes?”

Y aquí es donde todo intento de intelectualización estalla en mil pedazos. ¿Cómo describir el bienestar mental que depara la buena música? Escuchándola, no hay otro modo. Se puede advertir la originalidad sonora y lingüística de una frase como “oye dime nena”, la reflexión ontológica que posee la pregunta que le sigue (¿dónde está lo que amabas en mí?, no existe, el tiempo ya pasó y ahora detestás todo), pero nada alcanzará para expresar la genialidad de un artista único. Debo decir que a partir de aquí las cosas se mezclan, Spinetta me encadenó a su show. Juanse fue severamente bardeado por el público: “Pomelo” le gritaron. Nobleza obliga, realizó una versión espectacular de “Adónde está la libertad”, joya setentista de Norberto Pappo Napolitano. En una muestra más de humildad y aprecio, asistimos a un hecho trascendente: Spinetta reversionó “Filosofía barata y zapatos de goma”. Charly se sumó automáticamente terminado el tema y cantó “Rezo por vos”. El papel de Charly es conmovedor, pero se ve empañado por su estado de salud. Lento, sin esa chispa de buen humor y acidez, adormecido, contenido para brillar al mando de los teclados. Hace mucho ruido la forma en que actúa desde que “volvió” de la la crisis. De más está decir que es una gran mentira o igenuidad creer que canta mejor que antes de la internación.

Más homenajes. “Mariposas de madera”, una canción legendaria de Miguel Abuelo fue la única que Spinetta respetó en su versión original interpretándola solo con su guitarra. Al terminar confesó que de no haber existido, quizás no hubiese escrito “Muchacha”: “Mariposas de madera, muchacha ojos de papel”, explicó, “le afané inconscientemente”. Sí, estábamos asistiendo a la historia. “El rey lloró” fue el clásico seleccionado de Litto Nebbia, denominado el “Padre de todos”. El otro fundamental elegido fue Javier Martínez. El beat de “Necesito un amor” se transformó de pronto en un hip hop a la Black Eyed Peas gracias a la intervención de Dante y Valentino. Sorprendente.

Eso pasó en la primera parte. Un repaso alejado de los lugares comunes por su carrera solista. La asimilación de Jade como parte de esa etapa. Invitados estrellas. Relecturas ajenas que trazan un árbol genealógico de grandes compositores conformado por Nebbia - Javier Martinez - Tanguito - Miguel Abuelo - Charly García - Cerati - Fito Páez. Ahí me fui al baño y perdí a Matías. Ya había perdido a mi hermana y su novio en la entrada. Y a Marilina que tenía platea. Di unas vueltas y me senté. De pronto escuché una voz conocida: ¡al lado estaba parado Gustavo Sala! Lo fui a saludar y nos reímos de la paradoja de que nos fue más difícil encontrarnos en un recital de 150 personas que en otro de 30.000. Comprobé en la charla las deficiencias del sonido, la pésima organización, las dudas sobre el comienzo pero también la calidad superlativa de los músicos y el nivel regular de Spinetta como cantante y guitarrista. Sobre este punto intuyo (no sé si con tino) que se guardó voz para soltarse con todo junto a las bandas eternas. En el medio subieron Los Socios del Desierto (no les presté mucha atención, a decir verdad tenía mucho hambre y no me decidía a salir y comprar una hamburguesa) con Javier Malosetti en lugar del fallecido Daniel Wirtz. Recuerdo “Bosnia” y “Nasty People”, ¿qué más tocaron? Después vino otro intervalo y se hizo la luz.
Invisible. Mi banda preferida de toda la historia. Increíblemente (o no) no tengo mucho que decir, sólo que lo disfruté como pude. Fue una muestra soberbia de sofisticación musical, de camaradería entre los músicos, de inteligencia, de buen gusto, de atemporalidad y refinamiento. Ese jazz rock que por momentos se vuelve heavy no se parece a nada. Sonó como en los discos y como los dioses. Por si fuera poco, se escuchó más alto y la bendita pantalla dejó de moverse. Arrancaron con “Durazno sangrando”. Después vino “Jugo de lúcuma” y se me puso la piel de gallina: ¿cuántas veces en la adolescencia lo escuché con los auriculares y tirado en mi cama? Creo que cientos. “Niño condenado” podría formar parte de Ok Computer (1997), un tema con distintas melodías que suena tan actual como la buena nueva del NME. Pomo es probablemente el mejor baterista de la historia del rock y Machi (además de su ductilidad reconocida con el bajo) sorprendió con una calidad vocal inmejorable. También hubo tiempo para el rugido casi punkie de “Lo que nos ocupa es esa abuela (la conciencia que regula el mundo)” y una versión de “Amor de primavera”, de Tanguito (similar a la del disco Exactas, 1990). Duró poco, pero fue más intenso que el 95 por ciento de las experiencias artísticas de mi vida (y de las suyas también). Estaba convencido que iba a escuchar “Elementales leches”, pero ya lo dijo Jagger: You Can´t Always Get What You Want.

Pescado Rabioso. La aparición de Pescado fue el momento de mayor emotividad. Era el grupo que más esperaba la gente. No es para menos: se trata de una banda entrañable. Guillermo Vadalá tocó el bajo, ya que David Lebón (de excelente look: pañuelo al cuello, pelo blanco hasta la cintura y atado en una larga cola) se hizo cargo de una de las guitarra. Acompañaron Carlos Cutaia (monstruo) y Black Amaya (batería). ¡Pescado Rabioso, señores, el grupo violento y exquisito por excelencia tocando en vivo en Buenos Aires 35 años después! La introducción con “Poseído del alba” (uno de mis temas favoritos) fue demoledora. Sonaron tan pesados y viscerales como siempre. “Despiértate nena” con Cutaia castigando el hammond y la banda a pleno funcionó a muchos niveles. Hubo tiempo para “Serpiente (viaja por la sal)” y “Me gusta ese tajo” (muy festejada y con Bocón Frascino como invitado). “Post Crucifixión” fue el éxtasis total, el riff mitológico sonando mientras amenazaba la inmensidad de un cielo violáceo con dos o tres estrellas quedará en la memoria de todos los que lo vivimos. En el medio pasó “Hola dulce viento (mañana o pasado)”, cantada excepcionalmente por David Lebón. Temita hermoso si los hay.

Almendra. Aquí mi cansancio era tremendo. Me senté un rato en el piso (había quedado, en caso de perderme, en encontrarme en un local de panchos, idea que se le ocurrió a 25.000 de los asistentes al show). Me llamó la atención la alegría apacible de la multitud. Es para estar contentos que entre tanta mierda cultural, un sujeto como Spinetta llene un estadio. A veces triunfan los buenos. Nos encontramos con Matías nuevamente y vimos a los míticos Almendra en vivo. Para no desentonar con la noche (que a esa altura era cósmica), la cosa empezó con “Color humano”. El gran Edelmiro Molinari aportaba un halo espiritual: con su barba canosa parecía un sabio ermitaño que había bajado de una montaña. Siguieron “Fermín”, “A estos hombres tristes” y ¡“Hermano Perro”! y pude cantar “Tira, tira, tira Hermano perro, tira, tira, tiraaaaa”. Qué alegría. Dios existe. Cerró el set una bellísima versión de “Muchacha” que Spinetta dedicó a su madre y cantó en forma excelente.

Pero había más. Marilina ya se había ido porque eran como las 3 de la mañana. Mi hermana también pero bastante antes. Mucha gente derrotada abandonaba el campo con una sonrisa en los labios. Y Spinetta volvió. Era eterno, de verdad. Cantó con Ricardo Mollo el tema dedicado a los chicos fallecidos en la tragedia de Santa Fe (“8 de octubre”) y luego otro creo que nuevo. Los tres últimos fueron para corear y bailar: “Seguir viviendo sin tu amor”, “Necesito ver un tren” y “No te alejes tanto de mí”. Mientras sonaban estos temas, adelante nuestro, una señora cincuentona y petisa practicó un baile mortífero. ¡Parecía un robot endemoniado! No puedo explicarlo, movía primero sus manos rígidas hacia delante y después asomaba su cabeza de un lado a otro. “Si alguna vez me cruzas por la calle, regálame tu beso y no te aflijas” y después pedime que te baile como la señora loca.

Ahí terminó la cosa. Pero seguía en nuestras mentes. Con el tiempo este recital durará 18 horas. Habrán ido 500.000 personas. Pero yo estuve ahí y varios de ustedes también. Qué felices fuimos, ya no se preocupen por nada, vimos en vivo a Invisible y Pescado Rabioso: podemos morir tranquilos. Sayonara.

28 comentarios:

Ale dijo...

Corvi, sos un genio, le voy a dar otra oportunidad al flaco sólo por esta crónica

Eduardo Varas C dijo...

Uffff... Si hasta parece que estuve ahí...

Gracias!!!

Billy dijo...

no estuve ahí, no puedo morir tranquilo

nolugareña dijo...

Que lindo ser parte de tu crónica.

Y que hermoso haber estado ahí, adentro de la historia.

Los 80 pesos mejor gastados del mundo.

Sería la mejor crónica del mundo, pero sos marplatense. De todos modos sos un… ¿un qué?... ¡UN GENIO! (Ungenio, como el personaje de Condorito)

(No es que yo derroche bondad, es que vos te hacés querer)

“Filosofía barata y zapatos de goma” era la respuesta que daba cuando me parecía mucho a la nena cuyo perro hace popó dura. Motivo por el cual, ahí, largué en llanto.

Coincido con lo de Charly. Está relleno de guata y lo manejan a control remoto. Al igual que en su reci, me dio la impresión de que no siente, que no lo atraviesa ningún tipo de emoción. Me da mucha tristeza verlo así.

El grito de “Po-me-lo, Po-me-lo” lo festejé con saña, porque me cae mal el doble de Pomelo.

Ayer me di cuenta que quiero mas a Cerati de lo que pienso que lo quiero.

Desde mi plateaperspectiva no se veía la pantalla del medio del escenario, ¿me perdí algo interesante?

Terminó Almendra, volvió, y en el primer tema de esa etapa me fui. Escuché de afuera la catarata de hits y lo putié, con esa furia con la que se putea a un ser querido cuando te defrauda.

Había mucho famoso. Yo me crucé al Zorrito, a mi compañero radial Claudio Kleiman, Nora Lezano (la mujer que mas rockeros fotografió en el mundo) , Nicolás Pauls y a la persona con los cachetes mas grandes del mundo, el Rozitchner malo: Alejandro.

También me encontré con una decena de conocidos. La energía corrió rara y la gente en vez de perderse, se encontraba. Para mi es porque el flaco recorrió su carrera de adelante para atrás y modificó las condiciones espacio-temporales.

Adelante nuestro estaba el joven mas quejoso del mundo que también era la persona con menos cuello en el mundo. Dos guines en uno.

Además, y aunque no tenga nada que ver con todo esto, mi amiga Vivi hizo el mejor comentario descolgado del mundo. Luego de no emitir palabra por 15 minutos, la miro y me dice: “En Liniers vi mi primer albino” ¿una qué?... ¡UNA GENIA!

Me gustó este gag:

Tipo del público mas figureti del mundo: ¡No te mueras nunca, flaco!

Flaco: ¡Vos tampoco! Sino no vas a saber que no me muero nunca.


Abrazo Corvi.

El anacoreta dijo...

yo tmb vi a Rozitchner, fue muy gracisoso, lei en algun lugar que es amigo de spinetta.

Sobre el sonido, creo que fue bastante bueno, probablemente te paso lo q a mi en el recital de charly y por lo que decidi nunca mas ir a campo...

El otro tema de los socios fue "san cristoforo", un tema instrumental.

Bueno, ya podemos morir tranquilos...

Saludos

Lauvedder dijo...

Excelente cronica, ademas necesitaba una versión desde el campo, si era un recital para teatro, no para estadio. Entonces como pudieron aguantar tantas horas de pie?.
En el campo vip estabamos apretados como sardinas, pero el viento nos daba de lleno (hoy tengo un resfrio de la puta madre). Y si vos viste una señora bailar raro, en los bises los vejetes del vip se desataron haciendo unos movimientos moooy extraños, moviendo patitas y dedos indices señalando no se que... Pero eran fanaticos de Invisible, Pescado y Almendra, asi que en 20 años mas, probablemente seamos nosotros los que bailemos como robotos.
Te faltó la cronica de la vuelta, porque Velez queda en el culo del mundo, y en liniers no habia un taxi. Mas de 40 cuadras caminé por Rivadavia para encontrar un tacho, pero feliz de la vida.
Despues de Pearl Jam, Radiohead, y las Bandas Eternas de anoche, lo que venga es de yapa.

Tomás dijo...

Solo voy a copiar lo que decía en pag12 "Con el tiempo, muchos más jurarán haber estado allí".

Anónimo dijo...

Excelente. De intentar esribir una crónica del concierto de anoche expresaría excatamente lo mismo que vos, sin una coma de más ni de menos. Sólo agragaría: Notable el Guille Vadalá en el set de Pescado.

Patricio

Inmanente dijo...

corvi un par de los tuyos

http://elhombre3.blogspot.com/2009/12/ahora-este-es-el-momento-de-rendirle.html

http://tallerlaotra.blogspot.com/2009/12/apocalipse-de-aire.html

Matías dijo...

Gracias por la dedicación en esta crónica suprema.

Acabo de leer el comentario de Nolugareña y es verdad, es como decíamos, es una mina muy inteligente.
LA MAS INTELIGENTE DEL MUNDO jaja. No olvidemos que es PORTEÑA.
Gracias por las palabras. También fue muy bueno conocerte; tenés una candidez que hace que uno se sienta automáticamente cercano. Como si nos hubiésemos conocido hace mucho. Muy lindo.

El recital de Spinetta fue supremo. Fue un derroche de MUSICOS DEL CARAJO. El menos bueno era brillante. Invisible brilló en prolijidad a tal punto que las canciones a penas pudieron distinguirse de sus versiones grabadas. Pomo y Machi son extraordinarios.
Bueno, no puedo dejar de decir cosas como extraordinario, supremo, lo mas grande del mundo. La porteñez me mata. Hice un post muy porteño, sobre el tema, también.


Un abrazo enorme.

Anónimo dijo...

un par de cosas en que no coincido

El rock no es un genero menor. Puede ser menor el rock cuadrado, pero la musica de Yes ELP Genesis Jethro Tull King Crimson, Pink Floyd, Beatles , etc es mucho mas compleja y rica que el jazz y la bossa, dos musicas que adoro, sobre todo el jazz.

El jazz tiene una estructura muy simple, tipo cancion: exposicion de la melodia, improvisacion, solo de contrabajo, repeticion de la melodia.
Mucho del jazz es asi, hay por supuesto otras cosas, tipo Charles Mingus, Metheny, etc, que son mas complejas, pero hay mucho jazz que tiene una estrcutura mas simple que el rock, lo que pasa es que en el jazz hay mas buenos musicos que en el rock.

El mejor baterista del rock nacional fue Willy Iturri, el Bill Bruford del rio de la plata.

buenisisma la cronica, lamento no haber estado ahi

Belén dijo...

invisible también es mi banda preferida. fui muy feliz el viernes.

Martín Zariello dijo...

Ale: Give Spinetta a chance.

Eduardo: Gracias.

Billy: Qué lástima, vos merecías morir tranquilo, ahora vas a tener una muerte horrible y alocada.

Noluga: Fue general, creo, la revalorización ceratiana. La pantalla del medio tenía unas animaciones medias, como decirlo, chotas, pero tampoco le presté tanta atención para reflexionar seriamente sobre ella y sus consecuencias en la sociedad moderna (?). Otra buena del Flaco (creo que ya te habías ido) es cuando a punto de terminar, dijo: "Los invito a todos a mi casa". Qué buena onda. Y vos también te hacés querer, ay, me puse colorado (?).

Anacoreta: Quise comentar tu excelente crónica pero no pude porque hay que dejar unas letras y no funca. Muy bueno el escrito, oligarca de VIP-votante de Macri.

Lauvedder: Me encantan esos bailes que señalan, son geniales, quiero hacerlos, funcionan a muchos niveles. La vuelta también fue perfecta, me tomé el 106, viaje sentado una hora, llegué a Retiro y a la media hora ya estaba en camino a la Happy City.

Tomás: Fue histórico, ¿el mejor y más increíble recital de la historia tal vez? Yo digo que sí.

Patricio: Olvidé mencionar eso que decís de Guillermo Vadalá, otra que me gusta mucho es la bajista Nerina Nicotra, que si no me equivoco es su mujer.

Inmanente: Excelente la crónica de Oscar Cuervo.

Desarmándonos: Y lo bien que cantó Machi! Invisible fue genial, todavía no me repongo.

Anónimo: cuando me refiero al rock como género menor pienso justamente en el rock original, en el rock and roll cuadrado.

Belén: Yo también.

Pasen por el blog de la chica de arriba (Belén) que subió la lista de temas.

Qué mal escrito está este post peor lo voy a dejar así para que conserve la ilusión del momento lumínico de lúcuma (?).

Salud.

Inmanente dijo...

corvi el anónimo es un músico célebre que pasea su verborragia alocada en los comentarios de sitios como estos

http://frasesrockeras.blogspot.com/2009/12/spinetta-en-mtv-sin.html

y acá con el nick a_candombero
http://www.rollingstone.com.ar/nota.asp?nota_id=1208200

Martín Zariello dijo...

Inmanente: ¿cómo te das cuenta que es ÉL si firmó como Anónimo?

Hugo dijo...

Cosas como estas me hacen odiar vivir en el interior...

Anónimo dijo...

Ser del interior no debía ser inconveniente: yo viajé 1200km en 16hs de micro para llegar a las 6 de la tarde a retirar la entrada que compré por internet. Y me comí 9 hs parado al borde de la valla para defender mi lugarcito. Me hice amigo de varios flacos en esas horas inolvidables.
Puedo morir tranquilo pero no quiero, me falta todavía ver a Pink Floyd. Aclaro que hice lo mismo para ver a Roger Waters. Otra: tengo 52 pirulos y me la banco.

Hernán Galli dijo...

Pablo Schanton, escribió en la crítica del show de Spinetta:

Spinetta:

"La primera parte dejó claro cómo Spinetta sería el eje conceptual del rock argentino, incluso por trayecto histórico. Y como sucede con Borges, a Spinetta se lo puede enfrentar, pero es insoslayable"

Después dicen que quienes escriben en blogs no podrían escribir en un medio. Al margen de la boludez que puso Schanton, con el sólo objetivo de nombrar a Borges (podría haber puesto a Cortázar, a Soriano, a Videla (?)), no me cabe duda de que en la literatura argentina, Spinetta es un Marechal, aún con la diferencia en lo prolífico de este último.

Victoria dijo...

hermoso cómo lo describiste! me encantó. te felicito. un beso.

Nicolás dijo...

Pero, ¿por qué no cantó El anillo del capitán Beto? La concha de dios.

Matías dijo...

Por qué no canto Cantata, la concha de dios.

Andreina dijo...

por que no canto dulce tres nocturno la concha de la lora

Martín Zariello dijo...

Por qué no cantó Elementales leches la concha de la lora.

Merrick dijo...

Por qué no cantó "Casa marcadas" la concha del mono
Al margen, buenísima la crónica y buenísimos los comentarios. Yo también intenté transmitir "algo" de lo que fue estar ahí pero me salió una cosa abarcativa y minuciosa pero menos interesante, lo tuyo me gusta mucho más.

Anónimo dijo...

Magistral crónica, maestro.

Anónimo dijo...

Magistral crónica, maestro.

Juan Luis Guzmán R. dijo...

Allá estuve.. me pegue el viaje de Chile hasta Argentina, solo para ver al flaco y para acompañarlo.. ya puedo morir tranquilo...

Nico dijo...

Me gustó mucho la version de A Donde Esta la Libertad de Pappo cantada por Juanse. Al final del tema Pomelo se ganó un bien merecido aplauso en la zona donde yo estaba (habia mucha gente joven). Terrible recital, el mejor de mi vida, y ni te cuento ahora que la forma fisica no está....