Tema para el próximo Congreso de Rock Argentino a realizarse en la sobremesa de cualquier reunión de amigos. Como alguna vez nos preocupamos por el itinerario esquivo de Daniel Melero, hoy le toca el turno a Fito Páez. Hay una problemática ineludible en torno al rosarino y tiene su origen en el lanzamiento de Circo Beat (1994), disco que probablemente tuviera la peor misión que pueda tener un disco: reemplazar una obra deslumbrante como El amor después del amor (1992).
La biografía escrita por Enrique Symms en 1995 posee escenas representativas sobre este divorcio con el gran público, como por ejemplo la transcripción de una crítica de un show en Córdoba en la que el periodista (Germán Arrascaeta; quien luego terminó pidiéndole perdón) afirmaba que “la prolijidad no es motivo de preocupación. Sí lo es el hecho de que en escena Páez se maneje con gestos sobreactuados y una ausencia de pasión alarmante”. A partir de esa época las burlas y las críticas hacia Páez se convirtieron en moneda corriente (hoy el centro del patíbulo rockero es de Cerati). Cualquier pelmazo con ganas de sacar chapa no necesitaba más que hacer un poco de bullying contra Páez para que la inteligentzia lo bendiga. Fidel Nadal, Kapanga, individuos a lo sumo simpáticos, pero ni con la mínima y remota posibilidad de componer algún día temas de la factura de “Ambar violeta”, “Sable chino”, “Alguna vez voy a ser libre” o “Creo”. Un hecho sustancial es cuando en un acto en repudio a 20 años del golpe militar (1996), incapaz de asumir el éxito del border bukowskiano de Ciudad de pobres corazones y Ey, la muchachada lo apedrea. Días después, en una performance irónica brillante (no por nada es el hijo dilecto de García), se presenta en el mismo lugar pero con un casco.
Se sumó a este desprecio, el rechazo generalizado (y bastante irracional) hacia su personalidad. Se lo acusa de soberbio, de enob, calificativos que pueden ser ciertos pero que no justifican tal ofuscación: quien sea un solista consagrado del rock argentino y no tenga aires de grandeza, que tire la primera piedra. En cuanto a su música, el veredicto general (simultáneo con el mío) es conocido: por lo menos a partir de su errático dúo con Sabina (Enemigos íntimos, 1998), sus discos parecen ser remakes de otros anteriores. Melodías similares, cierta afectación en la voz, recurrencias temáticas. La pregunta es ¿por qué le pedimos a Páez lo que a ningún otro artista (y mucho menos a nosotros mismos): la superación constante? ¿Hay mucha diferencia entre Los ojos, Silver Sorgo, Pan y Un mañana? ¿Hay una evolución palpable entre Vengo del placard de otro (02) y Amapola del 66 (10)? ¿Inventaron algo Gustavo Cerati y el Indio Solari en sus carreras solistas? ¿Varían Infame, Anoche y Mucho? Estas preguntas dichas al viento y contestadas por nadie no apuntan (en este caso) a ultrajar los méritos de los artistas mencionados, sino a colocar a Páez en un contexto determinado. Es que la mayoría de los músicos que poseen un estilo reconocible (con sus tics, sus clisés, sus obsesiones) en determinado momento comienzan a copiarse a sí mismos. Es redundante seguir ofreciendo ejemplos, pero hasta podríamos recalar en las figuras más grandiosas del rock mundial.
Toda esta pesada introducción para anunciar que Fito Páez editó un nuevo disco llamado Confiá y que, al igual que El mundo cabe en una canción o Naturaleza Sangre, no es tan bueno como El amor después del amor ni tan malo como Rey sol. Está ahí, en un limbo impreciso. Lo novedoso es que en la tapa Fito aparece al lado de su doble, asumiendo con humor su propio estereotipo. Dos canciones, “London Town” y “Fuera de control”, sirven de hipotético muestrario. La primera es una balada notable hecha a golpes de piano y con reminiscencias beatles. Justifica la existencia del disco. Páez elude el estribillo (modo que se repite a lo largo de todo el disco) y obtiene una postal lograda, repleta de nostalgia y lluvia: “El olvido no perdona/ Viste como son las cosas/ Del polvo venimos, andamos, después todo al polvo va/ Yo no creo en volver a empezar”. “Locos, putas, gente enferma/ Living in the city” se oye al principio de “Fuera de control”, en lo que parece una caricatura de “Tatuaje falso”. Y luego una de esas repetidas declaraciones de principios: “Si querés escuchá y cantá y si no bancatelá” (prestando atención a la letra, repleta de frases hechas en inglés, se deduce que es una broma, pero una broma con demasiada gravedad para ser entendida como tal).
Al comienzo, los vientos y el típico sonido hi fi evocan la época de Abre, pero si en ese disco Páez parecía tener todo fríamente calculado y se atrevía a profundizar sobre la historia en canciones interminables (y densas) como “La casa desaparecida, en “Confiá” (la canción y el disco) las letras parecen por momentos improvisadas sobre la marcha o sin mucho énfasis en su elaboración, característica que en algunos casos puede dar resultado aportando un aire de frescura (como en el tema homónimo) y en otros producir fallidos (“Tiempo al tiempo”). Incluso “La ley de la vida” (un tema pop bailable con un fragmento en el que los instrumentos se detienen para dar paso a un coro gospel) se va en fade out mientras la voz canta una estrofa que no aparece anteriormente. Hay también rockitos que ya tienen el copyright de Páez como “La nave espacial” y “En el baño de un hotel” (de esos que es muy difícil diferenciar entre sí), aires brasileros en “Limbo mambo”, historias típicas de personajes marginales en “M & M”. Se destacan canciones de amor y sordidez como “Saliendo de tu prisión” y “Desaluz”. Y eso es todo.
La biografía escrita por Enrique Symms en 1995 posee escenas representativas sobre este divorcio con el gran público, como por ejemplo la transcripción de una crítica de un show en Córdoba en la que el periodista (Germán Arrascaeta; quien luego terminó pidiéndole perdón) afirmaba que “la prolijidad no es motivo de preocupación. Sí lo es el hecho de que en escena Páez se maneje con gestos sobreactuados y una ausencia de pasión alarmante”. A partir de esa época las burlas y las críticas hacia Páez se convirtieron en moneda corriente (hoy el centro del patíbulo rockero es de Cerati). Cualquier pelmazo con ganas de sacar chapa no necesitaba más que hacer un poco de bullying contra Páez para que la inteligentzia lo bendiga. Fidel Nadal, Kapanga, individuos a lo sumo simpáticos, pero ni con la mínima y remota posibilidad de componer algún día temas de la factura de “Ambar violeta”, “Sable chino”, “Alguna vez voy a ser libre” o “Creo”. Un hecho sustancial es cuando en un acto en repudio a 20 años del golpe militar (1996), incapaz de asumir el éxito del border bukowskiano de Ciudad de pobres corazones y Ey, la muchachada lo apedrea. Días después, en una performance irónica brillante (no por nada es el hijo dilecto de García), se presenta en el mismo lugar pero con un casco.
Se sumó a este desprecio, el rechazo generalizado (y bastante irracional) hacia su personalidad. Se lo acusa de soberbio, de enob, calificativos que pueden ser ciertos pero que no justifican tal ofuscación: quien sea un solista consagrado del rock argentino y no tenga aires de grandeza, que tire la primera piedra. En cuanto a su música, el veredicto general (simultáneo con el mío) es conocido: por lo menos a partir de su errático dúo con Sabina (Enemigos íntimos, 1998), sus discos parecen ser remakes de otros anteriores. Melodías similares, cierta afectación en la voz, recurrencias temáticas. La pregunta es ¿por qué le pedimos a Páez lo que a ningún otro artista (y mucho menos a nosotros mismos): la superación constante? ¿Hay mucha diferencia entre Los ojos, Silver Sorgo, Pan y Un mañana? ¿Hay una evolución palpable entre Vengo del placard de otro (02) y Amapola del 66 (10)? ¿Inventaron algo Gustavo Cerati y el Indio Solari en sus carreras solistas? ¿Varían Infame, Anoche y Mucho? Estas preguntas dichas al viento y contestadas por nadie no apuntan (en este caso) a ultrajar los méritos de los artistas mencionados, sino a colocar a Páez en un contexto determinado. Es que la mayoría de los músicos que poseen un estilo reconocible (con sus tics, sus clisés, sus obsesiones) en determinado momento comienzan a copiarse a sí mismos. Es redundante seguir ofreciendo ejemplos, pero hasta podríamos recalar en las figuras más grandiosas del rock mundial.
Toda esta pesada introducción para anunciar que Fito Páez editó un nuevo disco llamado Confiá y que, al igual que El mundo cabe en una canción o Naturaleza Sangre, no es tan bueno como El amor después del amor ni tan malo como Rey sol. Está ahí, en un limbo impreciso. Lo novedoso es que en la tapa Fito aparece al lado de su doble, asumiendo con humor su propio estereotipo. Dos canciones, “London Town” y “Fuera de control”, sirven de hipotético muestrario. La primera es una balada notable hecha a golpes de piano y con reminiscencias beatles. Justifica la existencia del disco. Páez elude el estribillo (modo que se repite a lo largo de todo el disco) y obtiene una postal lograda, repleta de nostalgia y lluvia: “El olvido no perdona/ Viste como son las cosas/ Del polvo venimos, andamos, después todo al polvo va/ Yo no creo en volver a empezar”. “Locos, putas, gente enferma/ Living in the city” se oye al principio de “Fuera de control”, en lo que parece una caricatura de “Tatuaje falso”. Y luego una de esas repetidas declaraciones de principios: “Si querés escuchá y cantá y si no bancatelá” (prestando atención a la letra, repleta de frases hechas en inglés, se deduce que es una broma, pero una broma con demasiada gravedad para ser entendida como tal).
Al comienzo, los vientos y el típico sonido hi fi evocan la época de Abre, pero si en ese disco Páez parecía tener todo fríamente calculado y se atrevía a profundizar sobre la historia en canciones interminables (y densas) como “La casa desaparecida, en “Confiá” (la canción y el disco) las letras parecen por momentos improvisadas sobre la marcha o sin mucho énfasis en su elaboración, característica que en algunos casos puede dar resultado aportando un aire de frescura (como en el tema homónimo) y en otros producir fallidos (“Tiempo al tiempo”). Incluso “La ley de la vida” (un tema pop bailable con un fragmento en el que los instrumentos se detienen para dar paso a un coro gospel) se va en fade out mientras la voz canta una estrofa que no aparece anteriormente. Hay también rockitos que ya tienen el copyright de Páez como “La nave espacial” y “En el baño de un hotel” (de esos que es muy difícil diferenciar entre sí), aires brasileros en “Limbo mambo”, historias típicas de personajes marginales en “M & M”. Se destacan canciones de amor y sordidez como “Saliendo de tu prisión” y “Desaluz”. Y eso es todo.
20 comentarios:
dejó de gustar
fue superficial o reiterativo
superarse no se
pero mantener si
como adolescente desgarrado y rebelde fue creíble
dps ya no
A un hombre que facturó discazos como Del 63, Giros, Ciudad de Pobres Corazones, Tercer Mundo y El Amor después del Amor; mínimamente se le tendría que tener algo de respeto, les guste o no, en esos trabajos hay canciones que lograron trascender.
Me encantó la comparación con lo que se le exige a Spinetta o a Divididos... Páez hace la suya, mal o bien., pero el tipo tiene (bien) ganado ese derecho.
Excelente post, loco, porque pude leer lo que pienso sobre Fito. Y más cuando por tu edad no pudiste vivir el Fito pre el amor después del amor. Toando en Ciudad universitaria Tatuaje Falso o canció sobre canción o Ambar violeta. El disco Chapa y Pintura es un docuemnto de entonces. Y sin embargo dijsite y escribiste exactamente lo que sucedió con Páez.
Agrego que hasta Tercer Mundo (ya hasta por ahí), Fito era casi un outsider, no diría de culto, pero más o menos. Increíble, pero era así. En la época de El amor despùés del amor yo estaba en tercer año del colegio, y la discusión era entre los que decíaque lo habían escuchado desde siempre y los que no. Una discusión adolescente, claro, pero valedera para lo que intento decir.
Hay algo, sin embargo, que no deja de sorprenderme, y es cuando se apaga la estrella de un gran artista. Uno se pregunta, cómo la misma persona puede componer y escribir Tiempo al Tiempo y Tatuaje Falso o Sable Chino. ME pregunto qué le sucede al artista cuando se ve a sí mismo ante esta situación. Es como que hay un tiempo y una edad, y que uno puede dar lo mejor de sí hasta un punto, y después se acabó, se deteriora y se repite. Le pasa a Auster, al gran Julio, a Charly, a los Stones o al mísmísimo maestro.
Será que es así, y no hay con qué darle. Sólo podemos esperar destellos, lucecitas, pero nunca más una obra.
Con el disco me pasó lo mismo, exactamente lo mismo que a vos. Hay algunas buenas canciones, letras sin laburo y un poco de piloto automático.
Ojo, de todos los que nombrás, Cerati está a un lado, creo yo. El tipo fue el autor de una delas mejores bandas en idoma castellano, y con el tiempo logró imponerse a ese "lastre".Yo no sé si usar la palabra "superación", pero Cerati solista está a la altura de Canción ANimal, Dynamo o DOble vida. Es lejos el mejor solista argentino de la actualidad, está intratable. El indio... daría para un post taaaan largo. Dónde está el indio? Lamentablemente nunca pudo despegarse y demostrarlo que fue. Lo sigo esperando.
Abrazo! y 100% de acuerdo con lo dela MEmoria en el grupo de Fbook
Ah, y que por el medio de "En el baño de un hotel", Fito leroba la melodía a "Te acuerdas de Elvis, cuando movió la pelvis..." fijate
¿Todavía está vivo ese muerto?
Gerardo Zanahoria, ese muerto va a quedar en la historia como uno de los grandes músicos populares Argentinos del Siglo XX, vos que escuchás?
A lo mejor hay que esperarlo: Dylan volvió a hacer discos buenos al filo de los 60, después de un largo hiato de ¿lustros? (Más allá de alguna excepción aislada).
Igual, y repitiendo con otras palabra slo que ya se dijo por ahí, un tipo que hizo discos como Ciudad..., Ey, Tercer Mundo, El amor..., a mí no me debe nada. En vivo te das cuenta quién es Fito, porque siempre hace algún tema nuevo y luego son todos éxitos inoxidables, más algún cover tipo Suspensión o Yendo de la cama al living. Con ese Fito, todo bien.
Tengo un perro ya mayor.Es mi mejor amigo.Cuando era cachorro,sin darme cuenta, por distraído e ir caminando mirando al cielo,le pisé la cola.
El pobre salió disparando y profiriendo unos aullidos que nunca olvidaré.
Entonces le puse Fito,y hoy por hoy lo que hizo se pude considerar arte.
Saludos.
Lo dijiste todo no tengo mas nada que acotar.
...salvo mi gusto, y es que no me cayo bien, en la primera escuchada, no se cuando le voy a dar otra oportunidad, pero ya veremos.
Saludos
Me gustan mucho tus críticas. Por ellas he conocido algunos artistas desconocidos, y por ellas tengo ganas de darles una nueva oportunidad a tipos conocidos como Fito.
Lo que sí debemos decir, al menos es lo que yo considero, es que hay una decadencia palpable en lo que a producción de música se refiere, no solo en la Argentina. Hace rato que no encuentro creatividad, arte y goce en un disco editado en el país. Fito parece no ser la excepción.
Hay artistas que logran superarse, reinventarse despues de una obra cuspide. Soda Stereo lo logró después de "Nada personal", metio primero Signos y despues Dynamo, que son los discos que a mi mas me gustan del grupo.
Los Redondos (siempre hablando bajo mi optica, lo quiero dejar claro) sacaron un buen disco atras de otro pero el mejor me parece Momo Sampler por lejos.
El asunto para mí es tratar de no recurrir a formulas exitosas que ya usaste. Porque creo que si bien al principio lo podes considerar como un estilo, después es simplemente eso: reciclar conceptos que ya usaste. Despues de eso viene el ocaso.
Igual con Fito se es muy injusto. Claramente su mejor epoca fue hace unos quince años, pero lo que hizo tiene una dimension que le merece un respeto eterno. El asunto es quizás la desilusion que provoca que el tipo no pueda en este caso ya no superar, sino igualar lo que hizo antes, o reinventarse. Los ultimos discos tienen canciones que son todas para cortinas de Tinelli. Perdio la "mistica".
Un abrazo.-
Alguien que la hizo bien fue Calamaro, que luego de su desintoxicación de declaró un artista con su obra mayor ya hecha, y un intérprete de sí mismo.
Afectación, pero acertada.
Después de eso podés sacar discos menores, porque ya ni los presentás como una obra nueva, sino que agregás algo de ellos a la representación de tu corpus magnum.
Páez es un animal, creo que el más grande compositor junto a García, y algunos de sus discos, en esa irracional competencia con el Best Seller, perdieron más de lo que debían.
Abre es un discazo, y lo descubrí años después.
Larga vida a Fito, yo aprendí a voler a quererlo, y más que antes.
Confiá (el tema) no tiene estribillo, entre otras cosas, porque dicho segmento diría algo como...
"Pasó, pasó
pasó nuestro cuarto de hora..."
Jaa, soy un plato.
Bueno, pronto voy a armar un disco que va a ser el disco que, en vez de sacar todo lo que sacó del 2000 para acá, Fito tendría que haber sacado. No un grandes éxitos, sino algo como 'El resto tendría que haberse perdido entre borradores'.
Cuidado, lo amo, puso las canciones en mi walkman y media docena de sus temas me sacan todavía y siempre lágrimas.
Pero se secaron las frutas de ese árbol (salvo cada tanto alguuuna cosita, como podría ser, en Confiá 'Limbo Mambo', tan pequeño que no falla).
Coincido, la demanda autosuperación constante es cruel.
Saludos.
Acuerdo en casi todo con vos (salvo en el uso de "bendiga" en lugar de "bendijera", y en meter a Cerati en la bolsa de los "no-riesgo"). El problema con Páez en que canta taaaan mal, y que superarse, al menos en ese sentido (como compositor sigue siendo genial, aunque ya no sorprenda) le costaría tan poco!!
Abre y Naturaleza sangre son dos muy buenos discos. Rodolfo está bastante bien.
Para mí en lo que está muy tibio es en las letras, llenas de frases comunes y esa mezcla spanglish que me asusta un poco.
Todavía no juzgo el disco nuevo porque lo escuché 2 veces.
Como compositor, en lo musical, siempre fue bueno, es un músico excelente.
Yo le había agarrado bronca a Fito después de Circo Beat.
Esa bronca que te da un tipo que sabés que puede hacer algo magnífico y se contenta con solo cumplir.
Pero me quedé tranquilo cuando él mismo dijo que eso era buscado y que ya no quería navegar en la cresta de la ola. No quería hacer otro El amor despues...
Y me quedé tranquilo porque está en todo su derecho. Las cosas nos la tenemos que pedir a nosotros mismos, no a los demás.
Muy lindo tema London Town.
Así se llama también un tema y un disco de McCartney que está entre lo más regular de su producción en los 70s.
¡Saludos!
si se piensa que lo que le sucedio a paez tiene que ver solo con lo musical (un grande hasta el amor despues luego chiquito chiquito) me parece que pifiamos. hubo una actitud de arrogancia y soberbia, el ponerse a si mismo como el tripode junto a garcia y spinetta, el gran cocinero de LA MUSICA mas alla de toda moda, el que revuelve el guiso mismo, mas alla de todo. despues lo intentos pateticos de querer recuperar publico y consideracion. te acordas del dia de plaza de mayo? dias antes habia ido a festejarle el cumple a mirta legrand. quizas algun dia se lo rescate pero como opine en otro lugar en relacion a tenembaum, como se rescata a alguien que se secuestra solo?.
todo dicho, coincido al 100%, incluso en las críticas canción por canción. un abrazo
Fito es grande por lo que ya tiene hecho, demasiado grande como para perderle el respto ya por las cosas que hace ahora olas que hará en el futuro.
Yo escuchaba a Fito solo hasta el amor despu{es del amor, pero luego rescaté muchas canciones de Abre, Naturaleza sangre y hasta de el mundo cabe en una canción, y le sigo teniendo cariño.
Rodolfo no me gustó mucho, pero vamos a darle la oportunidad a este nuevo disco, lo bajaré XD
Hola, cómo va. Páez le contó a Enrique que le pedí perdón, pero no fue así. Abrazos.
Publicar un comentario