lunes, 11 de octubre de 2010

Ayer fue hoy, ayer

Años de evolución y progreso no fueron en vano para la expeditiva Humanidad. Después de mucho esfuerzo, hemos llegado a la conclusión: todos los días ha sucedido algo digno de ser evocado. Consecuencia de este hecho trascendental, asistimos a una era retrospectiva, adicta a las efemérides y los aniversarios. Ayer fue el cumple de Lennon. Antes de ayer el de Perón. Hoy hace un año que murió Luis Aguilé. La semana pasada, Mercedes Sosa. Y así. Por esa tendencia tan marcada, me resulta extraño que en marzo de este año nadie recordara algo verdaderamente importante: se cumplieron 40 años de la aparición del disco que concibió la figura del solista de rock argentino: 30 minutos de vida, de Moris, editado por el emblemático sello Mandioca, que también en 1970 sacó a la calle Manal, Caliente (Vox Dei) y el imprescindible compilado Pidamos peras a Mandioca (que contiene la faceta más desconocida de Pappo: “Nunca lo sabrán”).

Aunque en la mayoría de los temas el instrumento principal es una guitarra acústica media desafinada, no dudaría en decir que este folk con espíritu tanguero es lo más punk que se hizo en el rock argentino. Lo mismo suele decirse de Plastic Ono Band, el album de Lennon publicado inmediatamente después de separarse los Beatles. Es que con los años, el punk comenzó a asociarse más a una actitud de vida que a un estilo musical. Y en su ramificación imprevista, puede englobar tanto a Joey Ramone (que, a decir verdad, fue el punk más hippie) como al Polaco Goyeneche. Esta conducta suele estar asociada a los sentimientos viscerales, el arrojo y la autenticidad de la propuesta. Componentes, todos, que se oyen en cada una de las canciones de 30 minutos de vida. Pero me detendré en este paralelismo porque Moris seguramente desconoce o detesta el punk ya que, como afirma en una entrevista (una de las poquísimas que dan vuelta por Internet), no escucha discos anglosajones desde 1970 por considerarlos invasores de la cultura nacional. Ese mismo temperamento categórico poseen los 8 temas de su obra maestra.

La mayoría son clásicos pero, lejos del bronce de los museos, enarbolan un discurso actual. Este último es un lugar común que suele afirmarse sobre muchísimos artistas. No en el caso de Moris. Ya a nadie le parece extraño un muchacho de pelo largo ni es imaginable un individuo como Natalio Ruiz. No digo que esas historias puntuales no puedan interesarnos, sino que hablan y miran del y hacia el pasado. Moris nos presenta interrogantes que aun hoy nos atormentan cuando nos desvelamos y no nos queda otra que mirar el techo. “Y en el techo no hay nada”. Ustedes saben: no pasa naranja. ¡La verdadera angustia es la de la vida en blanco! La de la hoja se soluciona muy fácil: a través del método Hunter Thompson. El creador del periodismo gonzo pulió su estilo reescribiendo Adiós a las armas y El Gran Gatsby. Pierre Menard, autor de Días de Ron. (Si me dieran a elegir, copiaría de nuevo los prólogos de Borges. Es lo más perfecto que leí en mi vida).

Al igual que el jugador exquisito que hace una maniobra sensacional en una baldosa, todo lo comprimió Moris en su opera prima: el vacío existencial, el síntoma de una sociedad mecanizada, la fugacidad de las relaciones, las turbulencias políticas. A estas temáticas modernas, adosa las que convierten cualquier obra en universal: el amor, la soledad, la muerte. Un tipo en Bangladesh puede traducir “Ayer nomás” y conmoverse. Hay una sensibilidad ancestral que todo lo subyace. En medio del caos, es una sensación placentera pensar en esto. Hace poco conocí a una chilena. Le dije que era de izquierda y me contestó: “Ah, claro, peronista”. Quiero decir: estamos acá a la vuelta, nos separan unas montañas, pero hay cosas que no se explican así nomás. En cambio, cuando le conté que extrañaba a una chica pero que nunca volvería a estar con ella (algo bastante contradictorio), nos entendimos perfectamente. A ella también le pasaba. Y es probable que a vos también. Universalidad, muchachos.

La ternura de “El oso” contrasta con los casi 8 minutos de “De nada sirve”, una andanada de verdades que tienen el efecto de una trompada a cada uno de los aspectos más notables de nuestra personalidad. Moris nos demuele con su poderosa voz y no necesitó conocer el reino virtual de las apariencias para entender que “esto va para atrás” (como manifiesta, explícitamente, uno de sus temas). En “Pato trabaja en una carnicería” elige a un personaje marginal y lo toma como paradigma de toda una época: “Después crecimos y nos fuimos del barrio/ El comunismo resultó ser complicado”. Cuando Edith Piaf escuchó cantar al híper sufrido Jacques Brel (en realidad no tanto como ella), exclamó: “Un hombre no debería cantar cosas así”. Lo mismo puede decirse de “Escúchame entre el ruido”, una pieza de resonancias políticas sobre la sexualidad que Foucault debería haber reseñado en su historia.

No creo que todavía no hayan escuchado 30 minutos de vida, pero si alguien lo conoce por este texto, qué hermoso sería. Incluso si les gusta, cuando me vean por la calle, pueden levantarme el pulgar. Y darme dinero. O amor. O regalarme una entrada para Paul McCartney.

En fin. Hace unos años, Charly García, entre sus latiguillos usuales (“La entrada es gratis, la salida vemos”, “Mi capricho es ley”), atribuía a Bob Dylan una frase algo cínica sobre el curso del tiempo: “El futuro está rebotando en el pasado”. A veces pareciera que es cierto. ¿O no?

9 comentarios:

Chofer fantasma dijo...

Y el otro día me asaltó "nunca el colegio, siempre al vida, y las mañanas del sol aquel".
Y me acordaba también que esta frase se había vuelto contra unos amigos que veían con horror que su hijita prefería el colegio a la vida, en una inversión horrorosa a la Stephen King que nos hacen los adolescentes.

Cine Braille dijo...

Mi problema con Moris (como con muchos cantautores, casi todos salvo Dylan y a veces) es que me gusta más leerlo que escucharlo. Pero si existe algo parecido al Cielo del rock argentino, Moris se lo ganó con
"De nada sirve" y "Muchacho del taller y la oficina".
La letra de "De nada..." fue improvisada, de hecho Moris ¡no se la aprendió nunca! Y la vinculo siempre a "God" de Lennon, en el sentido de la actitud de "esto es lo que hay, y si no les gusta no podría importarme menos".
PS: "de izquierda = peronista". ¿Leíste algo de lo de Scioli 2011, no?

Hugo dijo...

Discazo, de los nacionales seguro en el Top 10... y siempre vigente como decís.

Anónimo dijo...

"¡Eh! Muchacho del taller y la oficina / esta canción, esta canción es para ti / Está llegando ahora, en el éter de la radio / brilla afuera el sol de la ciudad /
Aunque muchos te usan, muchos te escupen, muchos te usarán /
Encerrado entre máquinas de hierro / me he arrojado ahora en tu carcel de hollín / Y tu ídolo recostado en la pileta / te regala la alegría de vivir /
Aunque muchos te usan, muchos te escupen, muchos te usarán /
¡Eh! Muchacho del taller y la oficina, toma tu café y la obra social /
Escucha la canción de la libertad / ahora que tu jefe te está por llamar /
Ve a mirarte al espejo, ver tu cara de viejo tan orgullosa / asustada de nada /
Estoy creando ahora, la puerta de la fábrica / Estoy viviendo tu vida y la mía / donde está …sonriente… / ¿Donde está la mujer esperando? / ¿Dónde esta el río podrido, el girasol solitario, dónde está la brutalidad? /
Uno, dos, ¡tres! /
En el asfalto de enero, comprando churros de acero / pero estoy viendo como las luces se apagan y nos aplasta la guerra /
Estoy viendo campos de concentración forzada / muchachos de veinte años sirviendo la casta armada /
Estoy pensando en salvarme para volver a enterrarme (repite) /
¡Eh! Muchacho, estoy en la calle cantando / no me ves que estoy ahora cantando / está como lloviznando en Hurlingham, Hurlingham /
Muchacho, no me ves en la calle cantando / ando parando y mirando / ando subiendo a los trenes / que tienen que llevarme muy pronto hasta Luján /
¡Eh! Muchacho, estoy en la calle cantando / no me ves que estoy ahora cantando / ahora, ahora mismo cantando, pateando botellas de plástico / aspirando humo de camiones y chimeneas /
Estoy en José León Suarez / hay volcadores y camiones Petinari / Mujeres rojas salen de los bares / ferrocarriles transportando pueblos con calor /
Estoy en José León Suarez / hay volcadores y camiones Petinari / ferrocarriles transportando pueblos con calor"

Anónimo dijo...

"los sentimientos viscerales, el arrojo y la autenticidad de la propuesta"

eso no es punk, eso es el rock, o era en sus comienzos. esas cualidades las tienen Hendrix y Pescado Rabioso, porque son rock. qué punk?

Pato dijo...

Hola Corvino. Yo soy uno de esos lectores que entra seguido pero no comenta nunca. Por una cuestión de humildad: tu prosa es tan fina que me da cosa arruniarla. Al mismo tiempo coincido con la mayoría de tus analisis políticos y no tengo demasiado para agregar que enriquezca.
Pero dejando los elogios un poco de lado, confieso que entré al blog esperando algo de Lennon. Un poco decepcionado estoy, sin desmerecer a Moris. Por otro lado, ayer fui a ver a Regina (vivo en Brasil) y no fue nada parecido a tu relato. Fue corto, medio pelo.. (calculo que) se debió a que fue parte de un festival super snob de sustentabilidad que pretende ser un woodstock sponsoreado.

Ricardo dijo...

No sé por qué será, pero en su blog me pongo asertivo y soy capaz de enunciar las estupideces más grandes con un grado de convencimiento que, sólo a veces, me asombra.

Eso a cuenta de que el punk es un estilo de vida y no un estilo musical. Los que confunden eso hacen ramonismo al palo y, por lo general, música muy fea.

Me parece que tanto necrologismo es una deformación. No lo digo por este post sino por tantas canciones de Lennon dando vuelta en los últimos días. ¿No era que el Día de la Madre eran todos los días? Qué sé yo. Ahí se acabó la asertividad así que también el comentario.

Ah: me gusta el disco de Moris pero nunca fui muy fanático de las letras de las canciones. La música, para mí, pasa más por el lado emocional. ¡Ahí volvió! Je.

Saludos.

pelón dijo...

ehh corveta, gracias. Cuando te vea te doy amor.

Martín Zariello dijo...

Gracias, pelón, era una forma de decir. Prefiero dinero, harto dinero.