viernes, 3 de junio de 2011

Cosas que deberían existir

Deberían existir leyes universales e implícitas que regulen los tiempos al comienzo de una relación. Mandar un mensaje de texto, proponer una salida, empezar a verse a mitad de semana, comer juntos, contestar un mail. Son todas situaciones tensas que nos exponen emocionalmente de una manera espantosa. Estas hipotéticas leyes, conocidas por todos, inculcadas en los seres humanos durante la crianza (como imperativos esenciales del tipo: "no meter los dedos en el enchufe", "no aceptar caramelos de desconocidos"), nos otorgarían las herramientas conceptuales necesarias para hacer todo a su debido tiempo. En caso de que alguno de los dos integrantes del vínculo no interprete la señal o no emita el signo requerido en el momento institucionalmente determinado, un oficial debe hacerse cargo:



-Señor, por favor, acompáñeme. Usted debió mandar un mensaje de texto a las cinco de la tarde...
-Lo iba a mandar, yo solamente...
-Por favor, son las ocho de la noche, tiene derecho a guardar silencio, todo lo que diga será usado en su contra.



Debería existir una línea gratuita a la que acudir cuando leemos un libro y no entendemos. Un "0-800- no entiendo este libro". Telefonistas expertos en literatura mundial las 24 horas. Por ejemplo, puede ser que nos hayamos perdido y no deduzcamos quién está narrando ahora: "Hola, sí, es la página 51 del Ruido y la Furia, ¿me podría decir quién carajo está hablando? Ah, Benjy, ¿ese es Banjy? Benjy sigue hablando, ok, ok, gracias". O no entendimos el sentido final de un cuento: "Escuchame, al final Seymour Glass se pega un tiro en la cabeza. ¿Qué onda? Me gustó, eh, me gusta, es genial, pero esa última parte... Ah, tengo que leer Levantad Carpinteros la viga del tejado. Ok, listo, nos vemos, digo, nos hablamos". O ya desde el principio la lectura nos resulta incognoscible: "Si, voy por el segundo párrafo de La montaña mágica y me aburre. Pero de una manera dolorosa. Claro, claro, es como que siento que si fuera más inteligente la entendería. Si, si, es devastador eso. Juro que es la primera vez que me pasa. ¿A vos también te pasó lo mismo? ¿Lo dejaste también por la mitad? ¿Y qué vas a hacer hoy a la noche?".



El ser humano es demasiado imperfecto. El mundo ha evolucionado y es evidente que los sentidos se quedaron cortos. La vista, el olfato, el tacto no sirven para aprehender todo lo que sucede a nuestro alrededor. Ver, oler, tocar: qué anacronimos. Por eso deberíamos poseer cualidades que se incorporen a los sentidos tradicionales: la triple T (teletransportación, telequinesis y telepatía), mp3 mental (la mente regula que música queremos escuchar sin necesidad de cargar archivos en un artefacto) y un Google cerebral (no sabemos quién es el actor de tal serie, no recordamos la melodía de un tema que nos gusta: un chip programado por Google en el cerebro acabaría con esos múltiples y amargos interrogantes de la vida cotidiana).



La gente debería tener índice onomástico. Para saber de quién hablan. Cuando conocemos a alguien entregamos un librito con pequeñas descripciones biográficas de las personas que pensamos mencionar. De esa forma se descartarían todas esas pesadas presentaciones de individuos que no conocemos, el diálogo fluiría con más naturalidad.


Debería existir la posibilidad de esfumarse. No todo el tiempo, porque eso terminaría acabando con la comunicación y probablemente con la vida. Pero sería básico poder esfumarse tres veces por semana y que eso no sea mal visto. Encuentros inesperados, diálogos incómodos, una jornada mala en el trabajo, un domingo triste de invierno, son acontecimientos que propician la esfumación. Que esfumarse sea como correr, llorar, dormir, bailar, una actividad como cualquier otra:


-¿Dónde está Martín?
-Se esfumó recién.
-¿Dónde?
-Estaba ahí sentado y se esfumó. Me dijo que era la última vez que podía hacerlo en la semana. ¿A vos cuántas te quedan?
-No usé ninguna esta semana.
-Yo tampoco, creo que me voy a esfumar ahora.
-Yo también.
-Chau.

16 comentarios:

Anónimo dijo...

Jaja! corvino, muy cómico, y pensar que existe todo un movimiento de intelectuales y científicos en pos de esa superación de los límites humanos: los transhumanistas en busca del post-humano.
Si no me equivoco estamos finalizando la etapa de la tercera ola (Alvin Toffler), y nadie está seguro en qué consistira la "cuarta", tal vez en el curso de nuestra vida podamos asistir a algo muy cercano al panorama pintado por el transhumanismo.


saludos

Mr Gabi

Federico dijo...

genial como siempre

Anónimo dijo...

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Peace!

silvia dijo...

algo de lo que decís pasó...te leí a partir de la publicacion de un amigo en el cara de libro....
me gustó, me reí, y me esfumé

Inmanente dijo...

Genio!

Cine Braille dijo...

La que me gustaría a mí es una función tipo Deshacer: hacer que algo que pasó no haya pasado, además olvidándolo. Retroceder 2 minutos, 2 días, 2 años y seguir como si no hubiera pasado nada.
Una variante sería despertarse un día y ser directamente otra persona, en otras circunstancias, con otras compañías, otros trabajos, otras facultades. A veces uno saldría perdiendo, pero no se daría cuenta.
O un día bajarse del colectivo en otra parada, entrar en la casa o el trabajo y ver que todo es distinto, hay otra gente, otras tareas.
En el fondo, es El Día de la Marmota cortado con Wakefield de Hawthorne y un chorrito de Kafka.
Dado que esto es imposible, la que queda es impostar la personalidad de otro en Facebook, Twitter, blogs. O construir una con intervención de terceros, como cierto famoso twittero y bloguero marplatense.

Anónimo dijo...

esfumarse jajaja, es excelente.
Un saludo Corvino!

Anónimo dijo...

adoro la teletransportación.
-
me hace pensar el post en esos pensamientos absurdamente insistentes que uno elabora y reelabora desde la infancia y , con suerte, sigue elaborando y reelaborando durante la maduración (si ha sido bendecido con la incapacidad de ser pragmático y realista).

Por ejemplo, la teletransportación. Secretamente uno ha llegado a convencerse de que si refinara hasta el dorado detalle el modo de funcionamiento y manipulación de tal habilidad, más todos los pormenores de su realización efectiva, imaginando múltiples situaciones en las que ese poder fuera pasible de explotación y cómo hubiera cambiado nuestra vida delirando retrospectivamente, (respiro / abandono anterior oración /comienzo otra más dócil), decía: uno - como un niño feliz - se convence de que la imposibilidad de ciertas cosas está determinada por la propia ineficacia o pereza de pensarlas a fondo. ¿Quién no sintió alguna vez, de forma profunda e inexplicable, que si perfeccionara un deseo hasta el colmo lo realizaría?
Este convencimiento secreto y psicótico es lo primero que aprendemos a reprimir.

un saludo al corvino y a sus corvinonautas.
vlt.

Anónimo dijo...

fuuuuaa que manga de genio soos. loco.

Carolina Bugnone dijo...

sublime

Anónimo dijo...
Este blog ha sido eliminado por un administrador de blog.
Anónimo dijo...

te pasan como a poste de luz

Anónimo dijo...

yo sé que es super plomo (90's language) acotar esto, pero no me resisto:
es un poco decepcionante cuando no respondes a los comments.
vlt.

Anónimo dijo...

Sabes qué pasa vlt?: que el Corvi estudió ética con Bioy y Borges jaja!

Martín Zariello dijo...

A veces no contesto porque no tengo nada para decir y bueno, antes de llenar el espacio con palabras vacías, mejor dejemos hablar al viento, pero no es por nada negativo en especial. Saludos.

Georgia SinClaire dijo...

*

Genial.

Y eso de "post ferpecto" ;)
(Me gusta) jaja

Saludos.