Una de las consecuencias saludables que tiene el arte es generar
complicidad entre personas que no se conocen y son admiradoras de determinada
obra. Una película o un libro favorito en común pueden ser el inicio de una
gran amistad o un romance (o una performance de esnobismo). En el rock sucede
lo mismo. Por limitarnos a la Argentina, existe una contraseña que hermana a
quienes fueron al recital de las Bandas Eternas, quienes siguieron escuchando a
Charly García después de la etapa Say No More o los que eran fans de los
Redonditos de Ricota cuando todavía pertenecían al underground. Tal vez el
último disco de rock argentino que haya generado este tipo de costumbre es El Salmón, el álbum quintuple de Andrés
Calamaro. Quienes escucharon los cinco discos enteros hablan un idioma en
común.
Con El Salmón ocurre algo
curioso. Cuando salió, muchos lo descartaron aún sin haberlo escuchado. Años
después, cuando Calamaro interrumpió su incontinencia musical y volvió al ruedo
como un "león herbívoro", los mismos que antes miraron para otro
lado, empezaron a añorar los años de reviente y gatillo fácil de canciones.
Calamaro se había vuelto demasiado accesible para las masas. Existe un sector
del público al que no hay disco que le venga bien. En su momento, Calamaro fue
denostado por varias razones. Una de ellas fue su permanente utilización de la
rima consonante. Siempre teniendo en cuenta que el método "puede
fallar", a nadie se le hubiese ocurrido criticar a Borges porque en
"El golem" (uno de sus poemas más brillantes) rima "soga"
con “sinagoga". O a Dylan
por la letra de la monumental "Tangled up in blue": "She was
working in a topless place/ And I stopped in for a beer/ I just kept looking at
her side of her face/ In the spotlight so clear".
En el año 1999 corrió como reguero de pólvora la premonición sobre un
fatídico acontecimiento tecnológico que derrumbaría las estructuras de la
matrix. Tal vez la única víctima del Y2K fue Andrés Calamaro. El impacto de Alta Suciedad (1997) le permitió
ubicarse en el centro del rock argentino (como pocos años atrás había sucedido
con Fito Páez y El amor después del amor).
Pero cuando Calamaro podría haberse dedicado a hacer de sí mismo de aquí a la
eternidad, se olvidó de dormir y redobló la apuesta. Primero editó Honestidad Brutal, un disco doble de 37
canciones que exploraba como nunca su veta más confesional y extrema. Hasta ese
momento, también habían visto la luz dos volúmenes de las llamadas Grabaciones Encontradas, una colección
de lados B que ya advertían al autor incansable. Pero ahora, como Jekyll
termina por apoderarse de la personalidad del Dr. Hyde, esa veta experimental
tomó el mando de su carrera. Honestidad
Brutal fue rápidamente calificado como un disco de "divorcio":
contaba la debacle amorosa entre el compositor y quien fue su pareja durante
mucho tiempo. El Salmón también fue
un disco de divorcio, pero con respecto a las reglas implícitas de la industria
discográfica. O sea que además de la
obra, El Salmón fue de lo privado a
lo público y significó un gesto (¿o una gesta?) de subversión contra el
Mercado. Y también una experiencia para sus receptores: escucharlo fue destruir
todos nuestros preconceptos con lo que se supone que es un disco.
El Salmón debería estar en
todas las bateas. Porque Calamaro recorre tantos géneros y versiones que al
escucharlo te olvidás que es un disco de rock. The Beatles, Spinetta, Bob
Marley, Sandro. Si El Salmón no
anticipó la oleada de homenajes y tributos de la década del 2000, pega en el
palo. Folclore, tango, blues, mambo. Y todo con una densidad artesanal. Porque
la diferencia que hay entre El Salmón
y el resto de los discos es la que hay entre la comida enlatada y la que hace
tu vieja los domingos. Tu vieja maldita, claro, después de pasar varios días
sin dormir y con resaca, yendo de la farmacia al club de los Poetas de la Zurda
y de la cama al living. ¡Pero tu vieja al fin!
Calamaro es un gran lector y un escritor inspirado. Su discurso
cultural combina las dosis adecuadas de esnobidad y sentir nac and pop (aunque
eso, desde hace un tiempo, parece ser exactamente lo mismo; no en el caso de
Calamaro). En el interior del cd revela algunos detalles sobre la creación de El Salmón: "Fácil la receta, evitar
la lectura de periódicos, la radio, la televisión, el cine y, de ser así
posible... no salir de casa (...) Las jornadas duraban lo inconfesable, y
durante períodos importantes alcanzábamos, así la pena máxima y la ultraviolencia,
como el happening".
Algunas cosas sobre El Salmón
y Andrés Calamaro en especial:
1) Es uno de los mejores compositores de reggae de la Argentina. El
único de los solistas argentinos canónicos que le prestó atención. Y
probablemente el único argentino (ya no solista, sino humano) que traspasó
cierta monotonía propia del género y le otorgó letras geniales. En El Salmón está "Tuyo Siempre",
un bellísimo tema de amor y partida que luego "tropicalizó" junto a
la Bersuit. También está "El día d", que dice "Es como cantar y
coserse la boca a la vez".
2) Desde "Lou Bizarro" supimos que Calamaro encontraba en el
rap otra de sus excusas para cantar y rimar. En El Salmón el rap se mezcla con la payada narcótica, el stand up y
el monólogo existencial de madrugada. El ejemplo más border de ese cóctel (que
no se mezcla solo) es "Mi funeral 11", un tema que, según cuenta la
leyenda, tuvo más de 10 versiones (por no decir 15). El resultado es un
"De nada sirve" 2.0, el "Aullido" del nuevo milenio:
"¿Qué habré recibido/ a cambio de ser/ un solitario del carajo?/ ¿Un buen
trabajo/ Facilidad musical/ Violencia intelectual, fama, respeto?/ No está mal/
Pero la herida es mortal" suelta de pronto Calamaro y remata con una frase
escalofriante: "No estoy solo, de verdad, me acompaña mi propia
soledad". "Vigilante medio argentino" explora el lado
reaccionario de nuestro inconsciente colectivo y "Mi autopista"
ofrece una mirada sobre los años 70', que pocos años después se convertiría en
el tema de la época.
3) El Salmón, como se
acostumbraba a decir sobre las películas de Sandrini, es un disco para reír y
llorar. Hay ironía, cinismo, parodia, absurdo y todo lo que hace del rock un
género propenso al humor y a Calamaro uno de sus compositores más ingeniosos.
El título de algunos temas es elocuente: "Me cago en todo",
"Lameme el orto", "Mi lobotomía", "Corta pero
ancha". En "Problemas", un rock pesado y verborrágico, Calamaro
se confiesa: "¿Qué tiene de malo meterse una raya de coca? ¡Que es
poca!". "Out put-In put", track 1 del cd 1, recibe al oyente con
un lapidario "Mejor hijo de puta conocido que boludo por conocer".
"P.N.S.U.R.H.Q.S.U.R" puso en circulación una frase atribuida a
Federico Peralta Ramos que Calamaro tomó al pie de la letra: "Para no ser
un recuerdo hay que ser un reloco". Un hit instantáneo, que podría haber
sido otro de los grandes éxitos de Calamaro, es titulado "Revolución
Turra". Pero El Salmón también
es un disco que estremece, que habla sobre la soledad, el incendio de un país y
el paso del tiempo. Detrás de las canciones se advierten las persianas bajas
del desamor y el declive metafísico posterior a una situación de
estupefacientes. "Un poco de diente por diente" es una proclama
anti-militar que sonrojaría a Hebe de Bonafini. Baladas a lo Dylan como
"Para seguir" o "Presos de nuestra libertad", joyas de
indudable valor poético como "Horizontes" y obras maestras como el
rock glam de alcantarillas "All you need is pop" (que parece un tema
de Iggy Pop, sólo que es mejor que todo lo que hizo Iggy Pop) son sólo algunos
de los momentos más trash de un disco grabado entre amigos (el Cuino Scornik, Jorge
Larrosa, Pappo, Gringui Herrera) pero que en algunos casos es Calamaro
acompañado por su portaestudio en Deep
Camboya (el depto y estudio de grabación inmortalizado en las reseñas de
aquellos años).
***
-¿Sería demasiado antojadizo
recordar que mientras Andrés Calamaro componía las canciones de El Salmón (un
disco que en realidad son cinco discos), al otro lado del Océano, Roberto
Bolaño escribía los capítulos de 2666 (una novela que en realidad son cinco
novelas?
-Si, sería demasiado antojadizo.
-¿Tan antojadizo como para dejar
afuera tal observación de cualquier review (signifique esto lo que sea) de El
Salmón?
-Si, tan.
-¿Pero usted no siente el
inigualable paralelismo entre los dos proyectos extremos? ¿Usted no siente un asombroso
vértigo, tan cercano a la poesía, si piensa que Andrés Calamaro se pudo haber
cruzado con Roberto Bolaño en algún aeropuerto? ¿Usted no siente un maravilloso
bienestar cuando imagina que Roberto Bolaño, en alguna madrugada, detuvo su
descontrolado zapping en un video de Los Rodríguez? Es que: ¿usted no siente?
-En primer lugar: yo no soy
usted, yo soy vos, o, mejor dicho: yo soy yo, una entelequia discursiva creada
con el objeto de exponer la idea antojadiza (Bolaño y Calamaro: hermanos
cósmicos) aun sabiendo perfectamente que no debería. Esta conversación es un
engaño. Esta vida es un engaño. Este mundo es un engaño. Pero cambiar algo de
eso está fuera del alcance de mis posibilidades. Lo que no me perdono es el
engaño de esta conversación, ¡porque es un engaño que me hago a mí mismo! O
mejor dicho: un engaño que me hago a yo mismo. Es que: ¡a mí no me engaña
usted!
-En primer lugar: yo no soy
usted, yo soy vos, o, mejor dicho….
***
4) Entre Calamaro y quienes escuchan sus canciones hay un grado de
identificación inalcanzable para otros músicos. Lo particular del caso es que
Calamaro es un artista verdaderamente pop, con P de Popular. Y llega a todos:
las quinceañeras, los cuarentones, los rolingas, los cumbieros, los hipsters y
los chabones. El Universo de Calamaro es todos los universos. Tal vez ningún
otro artista de rock argentino (a excepción de Los Redondos) cuente con esa
característica que le permite atravesar todas las tribus y salir indemne. El
lenguaje que utiliza Calamaro no es simple, pero su facilidad para las melodías
pegadizas lo transformó en una máquina de hacer hits. Su poética se sumerge en
el lunfardo castellano (a uno y otro lado del océano), combina con sofisticadas
referencias culturales (sus canciones están repletas de alusiones a libros,
películas y músicos) y remata con estribillos de un altísimo grado de empatía. Toma
giros, frases u ocurrencias de la lengua popular y luego los hombres y las
mujeres sensibles se apropian de aquellos versos para explicar sus propias
vidas. La gente recurre a las canciones de Calamaro cuando se siente mal.
Cuando está feliz. Cuando quiere olvidar o no sabe qué es lo que quiere. Y tal
vez ésa sea la razón principal de su éxito.
Si Honestidad Brutal fue el
vía crucis, El Salmón, directamente,
es la Crucifixión. Desde esa perspectiva, no es casualidad que uno de los temas
se llame "Crucificame" ni que el último de los 103 sea "Este es
el final de mi carrera". Eso es lo que pensaban el propio Calamaro y
muchos de sus oyentes luego de vivir el mundo de sensaciones del álbum
quintuple. El tipo parecía más cerca del arpa que de los teclados. Alguna que
otra aparición mediática no hizo más que confirmar ese presentimiento. Como los
equipos que tienen una racha ganadora durante un par de temporadas, como los
hombres exitosos de alguna primavera económica, como los colocados de un joint
poderoso, también en el rock llega el inevitable bajón. De pronto Calamaro dejó
de tocar en vivo y desapareció del mapa. Pero como está escrito en El Libro,
hubo resurrección y a mediados de los 2000 regresó para recuperar su lugar como
autor de líricas y melodías extraordinarias que conmueven al pueblo. Antes tuvo
que suspender la animalización compositiva y descansar un tiempo. Una forma de
entender el rock terminó cuando Calamaro bajó las persianas de su emblemático
depto y, por fin, se fue a dormir.
20 comentarios:
Mmmh, es cierto lo que decís sobre algunas canciones puntuales, que son hallazgos o rarezas, que de tan raras te dejan descolocado por horas... Pero no menos cierto es que El salmón es un disco con, por lo menos, 50 canciones horrorosas. Y eso es mucho. Hasta para un quintuple.
Coincido, en eso de pensar a "Honestidad brutal" como el via crucis, y a "El salmon" como la crucifixion.
Personalmente me quedo con la ultima cena: "Alta suciedad".
Y si ya fue crucificado, se podría decir que el Calamaro que se pasea por Cuestion de Peso o Showmatch, es mas bien un "undead", al que no le damos con una pala en cabeza nomas porque siempre confiamos (cual personajes de Danny Boyle o The walking dead) en que una cura es posible.
Calamaro nos obliga a los discófilos a usar más de lo que quisieramos el "skip" de nuestro reproductor, pero por cada diez divagues nos dio una genialidad. No hablo de buenas canciones, hablo de putas genialidades. Hasta ahora fallé en mis intentos de digerir El Salmón, pero tengo la certeza de que encierra canciones imprescindibles.
Por alguna razón que me escapa, a mí también me reconforta la idea de que Bolaño escuchaba Los Rodríguez.
PD: Corvino, si hace vindicaciones por encargo, le pido una de Color Humano.
"Todas las canciones son iguales
y parece que hablan siempre de lo mismo ya
pero igual existe un abismo entre las canciones y la realidad.
¿Cuál es?
Están las que dan la sensación
de poder detener el tiempo por un instante
y cargan el espíritu de gente extraña
a un corazón ausente no se le engaña.
También hay y parece broma un repertorio en otro idioma,
canciones que no leemos y solamente tiramos.
Hace mucho que aprendimos y nos acostumbramos
a escuchar palabras que nunca entendemos
tanto que no sabemos si entendemos ni siquiera las de este idioma.
Fuera, de broma, hay canciones lo suficientemente heroicas
paran los relojes con el pensamiento de alguien.
Entonces ya se para qué sirve escribir canciones y canciones
todo el tiempo,
es para seguir buscando,
para seguir encontrando preguntas a ninguna respuesta.
Si está esta pregunta, no quiero saberlo nunca.
Prefiero seguir sin saber, sin darme cuenta
sin darme cuenta".
La letra es absolutamente genial, lástima que la versión del disco es parejamente ho-rri-ble. No sólo hay gemas y canciones que espantan, con rimas que no deben ser inocentes de la acusación de haberle hecho creer a Belén Francese que escribir poesía es fácil: hay canciones que son Jekyll y Hyde a la vez. Como "Todas son iguales".
Hay cosas buenas y bastantes cosas infumables ahí, pero lo bueno es que hay para todos los gustos.
Hoy todos lo alaban, en el 2000 lo mataron y al tiempo regalaban ese box a precios bajísimos para sacárselo de encima.
https://www.youtube.com/watch?v=b234kxguizQ&feature=youtube_gdata_player
"algo va a quedar adentro tuyo siempre" es un horror gramatical que un amigo de las letras(?) no debería elogiar nunca. lo peor es que es un horror extendido, ya que Cerati escribió "adentro tuyo caigo del sol" y el poeta Spinetta "quiero estar adentro tuyo una vez más".
asco.
jajaja muy bueno lo que plantea alguien de las vindicaciones por encargo....seria un viaje de ida eso...
Calanardo es horrible...
Sobre que Calamaro es horrible o que 50 de las canciones de El Salmón son horrorosas: son cuestiones de gustos.
Sobre que va a Cuestión de Peso y a Tinelli: Spinetta fue a Ritmo de la noche y dijo que le gustaban los bloopers. Charly García fue a Susana y a Jugate Conmigo. Sumo y Soda Stereo tocaron en Feliz Domingo. El Indio Solari le dio muchas notas a Pergolini (¿es muy diferente a Tinelli?). Iorio es amigo de Beto Casella. El rock forma parte de la industria del entretenimiento, muchachos.
Sobre los "adentro's tuyo's". Es sabido que la música popular abusa de las licencias poéticas. Peores son las malas acentuaciones, el "vos" y el "tú" en una misma estrofa, etc. Igual creí que la música se escuchaba con una mano en el corazón y no con el diccionario en la mano (?).
Aguante Calamaro. Abrazo.
Coincido con que el rock forma parte de la industria del entretenimiento.
Intelectualizarlo demasiado (cuándo es demasiado?) es un jueguito riesgoso.
También pienso que Calamaro, si fuera dibujito sería el dinosaurio peposo.
En todo caso, hay que enfocarse en lo que genera. No creo que, por ejemplo, que artistas como Calamaro (o Damas Gratis) canalizan el sentir popular, que son chamanes de lo inescrutable del pueblo. Ni ahí. A fin de cuentas, el entretenimiento es una industria. Y Calamaro siempre me pareció más un producto industrial que un compositor sagaz. Un pomelo, un jueguito de la matrix.
no son licencias poéticas, son errores gramaticales, no seas chanta. escribieron eso sin saber que estaba mal escrito. igual está todo bien que sean brutos...
Borges y Bioy se reirían mucho de letras así.
además no sé por qué decís que "la música se escucha con una mano en el corazón y no con el diccionario en la mano" cuando todos tus análisis musicales se centran en las letras y no en la música, y cuando tenés que elogiar alguno de estos rocker citas sus letras.
Si, es verdad, yo priorizo las letras, pero nunca dije "letras que se adapten a la gramática castellana". Yo escucho y leo lo que me conmueve, no lo que es correcto. Y estoy seguro que vos también. Lo del diccionario y el corazón era una humorada. Saludos.
PD: "La música es una serie de inquietantes sonidos, que inexplicablemente expresan estados emocionales que no se sabe qué mierda expresan".
Jorge Luis Borges (13/06/67, en Borges, Bioy Casares)
claro, la música dice Borges. cuando había que hablar de las letras era otra cosa.
es claro lo que decís, pero vos no escribís "corasón" o "umorada". seguramente si leyeras un texto de Juan Pindonga super emocionante pero con errores así te chocaría un poco.
Juan Pindonga, gran autor (?).
Con todo respeto, creo que es el personaje mas sobreestimado del escenario musical argentino y un poco mas alla.
Reconozco su habilidad para las melodias pegadizas, pero las letras ... tienen rimas que Belen Francese con un cuartito de moscato encima haria mucho mejor.
¿Borges dijo "mierda"?
Si solo está mal escrito para los estudiantes de letras, entonces no está mal escrito ;)
los estudiantes de letras son unos ignorantes con miles de faltas de ortografía y gramática. yo no soy estudiante de letras, Borges no era estudiante de letras, ilCorvino es estudiante de letras.
Aguante los bloopers.
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