Hoy fui a comer a la casa de un amigo hincha de Boca. Durante el
almuerzo y la sobremesa intercambiamos las típicas escaramuzas que se dan entre
amigos de clubes diferentes en un momento tan crítico del universo Superclásico.
Creo que estamos en un país en el que es más importante hablar de fútbol que
mirarlo. A mí particularmente me encanta hablar de fútbol. Soy capaz de
arruinar reuniones concurridas recordando que Maisterra jugaba en Platense y
Ramón Díaz y la Copa Interamericana y algo que ya me olvidé pero era lo importante de esa historia. Mi mente es una serie de archivos con
partidos, jugadores, goles, canchas. La cuestión es que antes de despedirme le
recordé que hoy River jugaba a las seis y media y que tal vez ingresara Aimar. La
respuesta fue tan positiva que sentí que le había dado una buena noticia. Creo
que ningún otro jugador de River (y menos de este River) puede provocar
actualmente un sentimiento parecido en un hincha de Boca.
Riquelme, Aimar y Cambiasso de alguna manera podrían protagonizar una
película noventosa sobre tres hermanos en busca de su destino. Son jugadores
que, a pesar de sus diferencias, pertenecen a Pekermanlandia y evocan el mismo
campo semántico: técnica, lirismo, psicodelia, Color Humano. Riquelme fue el
más genial y el más bardero. Cambiasso fue el que mejores logros obtuvo. Aimar
quedó a mitad de camino. Acosado por las lesiones, que le provocaron periodos
de inactividad demasiado extensos, Aimar fue perdiendo terreno y descansó del
ojo mediático en la liga portuguesa, jugando para el Benfica, con algunos momentos
brillantes. Entre el éxito en el Valencia y el Bénfica llegó a descender con el
Zaragoza.
En Alemania 2006 Pekerman lo eligió para sobrevivir al alargue contra
los mexicanos. Intercambió algunas paredes con Messi, que lo reconoció como su
ídolo. Aimar es a Messi lo que Federico Moura a Cerati. ¿Aimar es el eslabón perdido entre Maradona y Messi? Puede ser. Por qué no.
Fuera del terreno de juego lo que atrae de Aimar es su sensatez. Su
particular modo de elegir las palabras y conformar un discurso sólido,
absolutamente consciente de su lugar, no en el fútbol, sino en el mundo. La
mente de Aimar, aunque sea lo que traduce su voz en entrevistas, me parece algo
tan sofisticado como su juego. No hablamos de Barthes, claro, tampoco quisiéramos,
pero Aimar sabe de lo que habla y el resto no. Y no es la famosa tilinguería de
“estuvieron en Europa y fueron reeducados por el Viejo Continente”, es que al
tipo se le nota que es un ser humano.
Después del partido del jueves, en el que River jugó algo así como su
mejor partido en la historia reciente de Copas Libertadores, el regreso de
Aimar redondeó una noche en la que el equipo pasó dificultades para ganarle a
Central. Igual el partido me importó poco teniendo en cuenta que volvía Aimar.
Creo que Vignolo y Fabri no le prestaron realmente atención a las cosas que
hizo Aimar. Sí se enteraron que Gallardo le dio un beso y que un juez de línea
le dio un beso: la energía que rodeaba el regreso perdía de vista el partido. En
las menos de diez pelotas que tocó Aimar expresó un domino técnico sublime.
Todo lo que hizo fue de una sabiduría tremenda, con un don intacto para el
repentismo, como si con muy poco le alcanzara para hacer la diferencia. Lo
mismo que se percibía de Riquelme en Argentinos Juniors. Aimar es uno de esos
jugadores que nos enorgullece haber defendido. No es que sea Messi ni Tevez,
pero como dirían en el barrio: Aimar es Aimar.
10 comentarios:
Que viva el fútbol, pisculichi!
Che, una cosa mas : viste la entrevista post partido que le hace titi Fernández?!
Quisieras que esto no se termine nunca, pregunta/afirma Fernández. No, soy consciente de que va a terminar... Cosas así responde aimar
Aimar y Riquelme nos hermanan a los hinchas de boca y de river. Son lo mas grande que nos paso en estos ultimo 20 años. Mas que los logros deportivos.
Los que los critican no saben de futbol y son mala gente
Me emocioné con el ingreso de Aimar pero más aun con esas primeras pelotas que tocó, que alcanzaron para decir no mirá qué distinto sino mirá cuán distinto. La distancia es abismal.
Otro sí: un tipo al que con esa calidad técnica y futbolística (en cuanto a comprensión de juego, ya que no siempre vienen hermanadas) el cuerpo traicionó tanto, no se, uno esperaría alguna dosis mínima de rencor con la vida. Como la que tendría el Ogro Fabbiani si fuera alérgico a las pastas, ponele. Y no. ¿No lo hace más lindo aun?
¿Quienes son tevez y messi?
Lo bueno de volver a retirarse acá es que te llueven los elogios. Como Verón y Riquelme antes que él, ahora Milito, Aimar va a recibir los elogios de otros que antes lo criticaron. Él los merece.
Esa forma de llevar la pelota, la elegancia (rarísimo que se note tanto la elegancia en un tipo de la estatura de él; por lo general son los lungos tipo Rivaldo los más llamativos), la facilidad conceptual para tocar de primera... Aimar es tan groso que en la primera pelota que tocó, aguantó una marca y tiró un caño. No sé qué más podemos decir.
Creo que Aimar es uno de esos jugadores que River debería rescatar por sobre los demás. Digo, si yo fuera de River diría que en Aimar se encarna el paradigma del jugador de River, porque es un jugador con intenciones, visión y comprensión del juego, vistoso, habilidoso, competitivo y bastante ganador. Decir esto es decir que no es el prepotente, displicente y canchero que son otros jugadores de River, cualidades que a veces no coinciden con las virtudes antes mencionadas.
Reconozco haber puteado mucho a Pablito, cuando en nuestros años dificiles pudo haber hecho la Gran Chori/Gordo y venir a darnos una mano en la mala.
Sin embargo, su regreso en llanta desde Malasia, su honestidad en decir "no quiero robar, cobro si juego" y su pelea para decirse a si mismo todavía soy jugador de futbol lo redimen... y anoche la gente le regaló la caricia más linda.
Por supuesto, lo espero para la semi y ojalá la final de Copa, y si le da para
un tiempito más, mejor.
¡Ufff, qué jugador! Es EL jugador de River que más me hubiese gustado que juegue en Boca (como imagino que a ustedes les pasa con Riquelme).
Si lo hubiese ayudado el físico y el azar, para mí era el conductor titular de la selección argentina por diez o quince años. Me hubiera encantado poder ver paredes y jugadas entre Messi, Agüero, Aimar y Di María.
Me imagino que la carrera de Messi habría corrido una suerte parecida a la de Aimar si Lionel hubiera hecho las inferiores en River, por ejemplo, en lugar de ser criado en el Barcelona. No sé, digo yo.
Publicar un comentario