domingo, 2 de diciembre de 2018

Media hora de escritura automática sobre River vs. Boca



“Soñé que River y Boca jugaban la final de la Copa Libertadores en el Santiago Bernabeu”. El superclásico tiene la estructura de un sueño ininteligible.

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La matriz “paranoica” del hincha de River ante los sucesos que produjeron la suspensión del partido no se explica sólo por el color de la camiseta. En la semana previa al superclásico de vuelta, el Mundo Boca intervino los medios: una charla motivacional con un sobreviviente de la tragedia de Los Andes, un entrenamiento a puertas abiertas, una comida en casa de Tevez con foto grupal acorde. Mientras tanto, en el Mundo River se hablaba de si Scocco llegaba o no, de si Gallardo jugaría con un solo delantero o incluiría a Mora. Es decir, River, con todos sus problemas, sigue siendo un equipo de fútbol y no sólo una excelente campaña de marketing de tintes duranbarbescos.

La ciencia ficción nos ha enseñado que en el futuro todo iba a estar arreglado. Desde la década del 40 Orwell leyó la semántica de 1984 como un año donde el Estado iba a decir que dos más dos era cinco. Esto lo entendieron muy bien Thom Yorke y los gobiernos del mundo. Me pregunto hasta qué punto el fútbol es un deporte y no la continuación de la guerra por otros medios. Y resulta que en estos años, con todo el tema de la “posverdad”, un buen eufemismo para referirse a la “mentira”, existe una guerrilla de medios. Una noticia es vista de manera totalmente diferente en TN y C5N. Esto vuelve la interpretación de lo que dicen los medios un trabajo mental que muchas veces escapa a la respuesta unidimensional (fue acción de un genio maquiavélico: Macri, Angelici, D’Onofrío, Gallardo, La Conmebol, la Seguridad de la ciudad, los servicios, y de paso pensemos en la diferente gravedad de estos nombres y sus posibilidades ciertas de incidir en el hecho social argentino) o ecuménica (fuimos todos, somos una sociedad enferma, somos la peor mierda de la especie, merecemos morir, morir suavemente mientras una serie de catástrofes socio económicas nos ofrecen paradigmas de autodestrucción hasta explotar). Por otro lado hay una fobia social a decir “no sé” o “la verdad no llego a concluir en una expresión coherente con todo lo que vi y escuché”.

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"River" modificó su imaginario cultural después del paso por la B. Tal vez "Boca" deba repensarse a sí mismo. Por eso escuchar a Tevez ensayar una dura crítica contra River sonó grotesco. Supongamos que Tevez tiene razón, que la Conmebol es de River, que hay una especie de conspiración para que River gane la Copa, que nadie de River se acercó a hablar (en la Bombonera la Policía revisó el vestuario de River). Así y todo Boca es el Club de Macri y Angelici. Obviamente no se le puede pedir a Tevez que se convierta en el Che Guevara. Lo que tampoco se debería es aceptar sus dichos sin darles una connotación política (inconsciente quizá para Tevez) teniendo en cuenta que el Presidente argentino es ex presidente de Boca, hincha confeso del Club, que suele hablar de ese Club incluso para romper el hielo de una visita en Colombia, que se instaló en la política gracias a su paso por ese Club, que cuando se supo del superclásico intervino decididamente (pero sin virtudes) en la organización del partido: le dio a la serie el marco que se le otorga a una cuestión de Estado y el segundo partido se va a jugar en Madrid. Durante los 90 la omnipresencia de Menem también impregnó el imaginario riverplatense. Así es la vida. 

Aludo a las declaraciones de Tevez porque son las que marcaron una especie de límite moral para referirse al clásico: lo que pasó es igual al 2015, por eso hay que suspender el partido y darle la Copa a Boca. Me parece, seguro me equivoco, que se habla de River como un ente homogéneo, donde coinciden dirigencia, cuerpo técnico, barra brava, hinchada desperdiga en el mundo. Bueno, tengo una noticia: eso no existe. Estoy de acuerdo con que el partido se haya suspendido, con que las heridas causadas al plantel de Boca afectaban el desarrollo natural del juego y con que darle la Copa a Boca hubiese sido una injusticia para un hincha de River medio, ni siquiera fanático, y una respuesta entre oportunista y razonable para todos los demás. Es decir, puedo ver la distancia entre mi subjetividad parcial y cierto consenso objetivo ideal. Pero de ahí a decir: River Malo/Boca Bueno, como se instaló desde usinas de opinión, hay un largo y sinuoso camino.

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Las comparaciones sobre los dos episodios son inevitables. Sobre el Panadero también recayeron acusaciones de “infiltrado”. Estamos en la era de los infiltrados. Después, como ahora, se determinó que era una interna de los barras. Lo cierto es que hinchas agredieron a jugadores del equipo contrario. Ahora bien, la teoría de que la esquina en la que hieren a varios jugadores antes de que comience “el segundo partido de una serie en la que empataste el primero en tu cancha” pertenece a la jurisdicción de River y por eso es lo mismo que te tiren gas pimienta “en la salida del túnel del segundo tiempo adentro de la cancha de tu clásico rival en el segundo partido de una serie que vas a ganando” suena como reducir el legalismo al absurdo. Sin embargo esta visión es demasiada incorrecta para ser dicha en voz alta por falta de humanismo. Algo de eso hay pero, claro, el humanismo hace agua en todos lados: cuando se habla de las heridas y los daños psicológicos que sufrieron los integrantes del plantel de Boca no se aclara que también los hinchas de River, y no exactamente los que tiraron las piedras (a los que hacerlos cobrar físicamente tampoco me parece la respuesta más civilizada), fueron reprimidos y, además, manipulados de una manera por lo menos extraña a quedarse durante horas en un Estadio en un clima enrarecido, no sólo por los barras sino también por la policía. Es decir, las víctimas no sólo fueron los jugadores de Boca sino también buena parte de los que asistieron al Estadio.

El episodio del “gas pimienta” no se resolvió nunca. Se hablaba de los desmanes del sábado pasado como “la marcha del orgullo heterosexual”. Desde la era queer podríamos decir que el gas pimienta rompió la sororidad entre los hinchas de River y Boca: uno no se recibe de hincha si no puede admirar a Riquelme siendo de River y viceversa con Ortega y Boca. Tengo malas noticias: ya Riquelme y Ortega no dictan el imaginario del River vs. Boca. Lo dictan Macri/Angelici, D’Onofrío, los relatores partidarios, la Conmebol.

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Día a día, los medios sumaron pequeñas noticias contradictorias alrededor del superclásico: el ahora ex Ministro de Seguridad porteño Ocampo es “compadre” de Angelici e hincha de River; el médico que revisó a Pablo Pérez es vocal de Boca; la hermana del presidente de la Conmebol estaba en la cancha de River alentando al equipo; días antes del superclásico detuvieron a un capo de la barra de River con entradas de reventa; un brasileño que iba a votar a favor de la descalificación de River fue dejado afuera de la votación por el Tribunal de Disciplina.  Este tipo de noticias son ofrecidas por los medios en forma aislada, le dejan al lector la posibilidad de unirlas o no. Por lo que se puede sacar una conclusión: iría en contra de la naturaleza de los medios que se sepa con exactitud lo que pasó.  

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Volviendo a ese deporte extinto, el fútbol: ¿cuál fue la impresión que dejó el partido en la Bombonera? ¿Qué River estaba muerto de miedo y no quería jugar la revancha? ¿O que una parte de la hinchada de River, tal vez explicitando en forma poco productiva lo que todos pensábamos, sentía ese empate como un triunfo camuflado? Que River pierda puede ser entendido como una catástrofe mental, que pierda Boca puede ser entendido como una catástrofe política. No termino de darme cuenta qué es peor y si una y otra no se incluyen o son lo mismo.  Mientras tanto River perdió la localía, en el medio jugó un partido y fue eliminado de la Copa Argentina. De ese triunfalismo peligroso no quedan ni las cenizas. Es decir, más allá del empate 2-2, la suspensión igualó la serie en todos los órdenes.

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Hinchas de River y de Boca coinciden en una frase, que es pronunciada mientras se mira al infinito con gesto resignado y con la esperanza de que genere aplausos y loas: “El partido no me interesa más”. Al revelarse ante sus ojos la connivencia entre barras y dirigentes, entre policía y barras, entre política y fútbol, entre dinero y fútbol, entre política, fútbol y dinero, entre pasión y violencia, entre piedrazos y jugadores agredidos, el hincha (casi discepoliano) no puede hacer más que abjurar del fútbol. Sin embargo ¿ese mismo hincha no sabía de la connivencia entre barras y dirigentes, entre policía y barras, entre política y fútbol, entre dinero y fútbol, entre política, fútbol y dinero, entre pasión y violencia, entre piedrazos y jugadores agredidos? Al parecer sí, porque nadie se sorprendió demasiado con lo que pasó y “la violencia en el fútbol” es de público conocimiento. Por lo que la frase entera podría ser la siguiente, con el pensamiento inconsciente y reprimido entre paréntesis: “(Ahora que compruebo que el partido genera ganas de matar e hipotéticas muertes, me interesa más pero como esto es inaceptable moralmente, diré todo lo contrario, es decir, que) El partido no me interesa más”. 

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¿Y? ¿Quién gana? ¿River o Boca? Gana el capitalismo.   

11 comentarios:

Pedro dijo...

A mí me sorprende esa actitud boquense de "si me voy al infierno me los llevo a todos conmigo". Me da sincera curiosidad ver si consiguen destruir lo que queda del fútbol sin destruirse a sí mismos primero. Entramos en etapas definitorias. Los que vamos a morir te saludan, bostero.

Anónimo dijo...

el fútbol es una farsa. está todo guionado. tanto River como Boca llegan a la final con innumerables ayudas, porque el negocio quería una final River-Boca. seguir discutiendo de fútbol es una imbecilidad

Pedro dijo...

Un poco de razón tiene el anónimo, pero yo no creo que sean ayudas deliberadas. Creo que la Conmebol es un organismo fallido y caduco que no sabe cómo aplicar su propia reglamentación. Desconozco los motivos y cómo está estructurada, y si se puede resolver, pero creo que los tipos son menos parte de la solución que del problema. River alineó a Zuculini aunque estaba sancionado. Pero la Conmebol no había dado el aviso correspondiente a River, con lo cual la culpa no es de River. ¿Quién se hace cargo del error? Siga siga. Eso ya da pie de manera bastante inevitable a una avalancha de acusaciones cruzadas sin árbitro que terminan en esto y nadie lo puede parar. ¿Y cómo puede ser que el reglamento sea tan poco específico? ¿Qué son las adyacencias del estadio? ¿Cuál es la sanción correspondiente cuando un entrenador viola una sanción previa? Etc.

Anónimo dijo...

las reglas son las que les convienen al poder en el momento. es todo negocio
hay VAR pero Pinola hace una plancha de penal y expulsión clarísima y el VAR se queda callado. el Real Madrid ganó las últimas 3 champions con ayudas claras en por lo menos 8 de las 12 eliminatorias (y ayudas no tan claras, como cuando el árbitro te cobra a favor faltas que no son y te perdona faltas y amarillas. ver cómo trataron a Neymar en la eliminatoria Madrid-PSG) y pasa esto y el presidente de la FIFA llama al presidente del Madrid para pedirle la cancha. todo es un chiste

Anónimo dijo...

Panadero Diaz era el ayudante de campo de Coco Basile que murió hace pocos meses. El del gas pimienta era el Panadero Napolitano :)

Raylan dijo...

Una buena, los hinchas de River puteando a LBDT en el partido con GELP (los verdaderos culpables de este tema, no únicos obviamente). No descubro nada pero todo es negocio y show y el show debe continuar pase lo que pase.
Recuerden a Cantero en el Rojo. Con muchos errores y casi en soledad el tipo enfrentó a la barra y ya sabemos como terminó. No veo otro Cantero en ningún club. Si no hay una acción mancomunada contra los barras y su cultura, esto se va a repetir eternamente.
Zafó River en que el partido se juegue, los bosteros tenían sus razones para reclamar el match pero bueno.

Cine Braille dijo...

Tenemos un gran problema para aceptar la idiotez y la inutilidad ilevantables de un montón de personas que reputamos inteligentes y capaces sólo por estar llenas de guita y por aparecer todos los días en los medios, casi siempre en contextos adulatorios preparados para no ponerlos en evidencia jamás. Entonces todo tiene que ser una conspiración, porque nos parece increíble estar en manos de personajes que siempre encuentran una manera de hacer mal algo, así sea casi imposible. Tipos como Ocampo, el ministro de seguridad de la CABA, que por cierto ¡estaba en Uruguay ese fin de semana! Por gente como Ocampo o la inimitable Gaby Michetti, leí por ahí, el shampoo viene con instrucciones de uso.
Saludos

Pedro dijo...

Partamos de que es absurdo que se haga responsable a River (o al club que sea) de cualquier cosa que suceda a más de cien metros de la cancha. A partir de ahí el único responsable es el Estado. Tiene que ser una cuestión de sentido común.

roky k dijo...

1. Los panaderos Díaz y Napolitano son una única y misma persona, aunq ud no lo crea.
2. Gabi Michetti es inigualable, no inimitable. Hagamos votos xq sea irrepetible.
3. Primera vez en la historia q tenemos una certeza sobre el sentido común: mide 100 mts.
4. Cuestionar a riber siendo de boca (Tevez) es como si batman fuera a llorarle a robin x murciélagos en la casa. Coincido, corvino.


Sanción p riber y partido y copa para boca era lo 'reglamentario', como en 2015.
Pero este partido hay q jugarlo...

Pedro dijo...

Hasta las vallas, roky.

Anónimo dijo...

Corvino descendido hacete cargo, no quisieron que papá les de la vuelta en la cara. Ah, y en el 2015 también se tendría que haber jugado lo que faltaba, eso quedó claro para todos y todas