Desastrosos son estos tiempos en que los locos hacen de guía a los ciegos- William Shakespeare
El viernes por la noche, Susana Giménez (reconocida animadora de TV cuyas mayores características son la desinformación y la ignorancia, virtudes por las cuales el público la transformó en la diva máxima de la Argentina) logró una proeza impensada: parecer aún más imbécil de lo que es. Desde otra perspectiva (entendiendo que lo que dijo es compartido por gran parte del gran pueblo argentino, salud) puede provocar, como diría el creador del periodismo gonzo, pánico y asco. Luego del asesinato de un amigo, abordada por una docena de periodistas ávidos de drama, expresó una serie de malentendidos y lugares comunes que condensan en sí el por qué del tinte usualmente execrable del sujeto de clase media-alta. Demostró, además de su habitual tendencia al equívoco perpetuo, un swing envidiable para el prejuicio y un pensamiento ideológico (híbrido entre Hitler y Franco con un toque de Videla y una pizca de Mussolini) que haría del político más conservador, un niño de pecho. A pesar de que todo indicaba que se trataba de un crimen pasional, automáticamente conectó el hecho con la tan mentada “inseguridad” (casi como mezclar peras con manzanas). Aclaración: recordemos que en la Argentina el término “inseguridad” no designa la incertidumbre de no tener hogar, educación o salud, sino el hecho policial de ser asaltado por un delincuente villero y adicto al paco (ésa es la causa por la que la gente roba: el paco; años de corrupción, indiferencia hacia los sectores marginados e ineficacia en problemas socioeconómicos no han dejado mayores consecuencias, el problema es el paco, amigos). No sólo clasificó erráticamente lo ocurrido, sino que supuso que tal hecho había sido cometido por menores (de otra forma no se entiende su recurrente puntualización sobre la imputabilidad). Este silogismo de raíz paranoica, claro, no le concierne específicamente a Susana, sino a gran parte de los argentinos (su público): desde hace tiempo, cuando se comete un robo o un asesinato, lo primero que se supone es que fue llevado a cabo por menores. Pero en lo que realmente se notó un daño cerebral grave fue en sus continuas “propuestas” militaristas. Sin ruborizarse, instó a que se implante el estado de sitio (¿?), como sucedió en New York hace unos años. Pidió “una mano más fuerte” e hizo apología de la mal llamada “justicia por mano propia”. Trajo a colación la política de derechos humanos del gobierno, a la que calificó como “una estupidez” (los partidarios de Memoria Completa ya le reservaron un palco en su próxima fiesta), explicitando una vez más el desconocimiento total de la sociedad sobre el tema (si quieren saberlo lean alguna contratapa de Página firmada por Feinmann, que lo repite cada vuelo de mosca). Y finalmente, instituyéndose como guía del sentir del pueblo, remató su lunático raid verbal con una frase que ingresará en la Historia Universal de la Infamia: “El que mata tiene que morir”. Al otro día, en un conferencia de prensa destinada a ser analizada en las Academias del mundo como ejemplo del significado de la palabra “Contrasentido”, aclaró que ella no estaba de acuerdo con la pena de muerte (“Yo soy católica”, espetó, argentinamente), pero que, sin embargo, el que mata debía morir (¿?).
Los medios se encargaron de justificar tal afrenta contra la inteligencia y la responsabilidad humana aludiendo a una cierta “indignación”, entendible dada la gran cantidad de asesinatos de los últimos tiempos. En Crónica se difundió una encuesta según la cual el 87 por ciento de la gente estaba a favor de lo dicho por Susana. La verdad es que se han instalado una cantidad de ideas en torno al tema de la “inseguridad” muy peligrosas y cercanas a la locura: la sensación de que los delincuentes “vienen por nosotros” (como si se tratara de un genocidio planificado con exactitud por una entidad sobrenatural), la certeza de que “a cualquiera le puede pasar y el próximo podés ser vos” (frase vacía de sentido desde el punto de vista de que cualquier cosa a cualquiera le puede pasar: el amor, la muerte, el éxito, el fracaso), la estupefacción de que “nadie está a salvo, ni siquiera los famosos” (¿y por qué deberían estarlo?), la afirmación de que el Gobierno “no quiere resolver el tema” y es el único responsable (como si fuera tan fácil y no hiciera falta una reconsideración con respecto a los valores por parte de toda la sociedad), el hecho de que no se puede permanecer en la calle sin ser acribillado, etc. Pero lo que más asquea de tal reacción (nunca esta palabra fue mejor utilizada; incluso Susana la mencionó varias veces caracterizando al pueblo como “muy manso”) es ese temor pequeño burgués que asoma detrás de las manifestaciones de ira anti-Inseguridad, ese temor imbuido en la clase media-alta argentina (personificado en la historia por “los bárbaros”, “los cabecitas negras”, “los subversivos”, “los piqueteros”, es decir, todo actor social que se diferencie del grupo que detenta el poder) hacia el “negro”, “el salvaje”, “el indio” que despoja de sus bienes al “blanco”, el “trabajador”, el “civilizado”, el “contribuyente”. No es casual que los casos de “inseguridad” de mayor relevancia e impacto se produzcan en zonas de alto nivel adquisitivo (el policía Garrido o el ingeniero Barrenechea). Por último, quiero decir algo: la Argentina es un país poblado por un gran número de reaccionarios. La Argentina es un país poblado por un gran número de idiotas. La Argentina es un país poblado por un gran número de fascistas. El que no lo quiera entender o mire hacia otro lugar es un reaccionario, un idiota y un fascista. Sayonara.
El viernes por la noche, Susana Giménez (reconocida animadora de TV cuyas mayores características son la desinformación y la ignorancia, virtudes por las cuales el público la transformó en la diva máxima de la Argentina) logró una proeza impensada: parecer aún más imbécil de lo que es. Desde otra perspectiva (entendiendo que lo que dijo es compartido por gran parte del gran pueblo argentino, salud) puede provocar, como diría el creador del periodismo gonzo, pánico y asco. Luego del asesinato de un amigo, abordada por una docena de periodistas ávidos de drama, expresó una serie de malentendidos y lugares comunes que condensan en sí el por qué del tinte usualmente execrable del sujeto de clase media-alta. Demostró, además de su habitual tendencia al equívoco perpetuo, un swing envidiable para el prejuicio y un pensamiento ideológico (híbrido entre Hitler y Franco con un toque de Videla y una pizca de Mussolini) que haría del político más conservador, un niño de pecho. A pesar de que todo indicaba que se trataba de un crimen pasional, automáticamente conectó el hecho con la tan mentada “inseguridad” (casi como mezclar peras con manzanas). Aclaración: recordemos que en la Argentina el término “inseguridad” no designa la incertidumbre de no tener hogar, educación o salud, sino el hecho policial de ser asaltado por un delincuente villero y adicto al paco (ésa es la causa por la que la gente roba: el paco; años de corrupción, indiferencia hacia los sectores marginados e ineficacia en problemas socioeconómicos no han dejado mayores consecuencias, el problema es el paco, amigos). No sólo clasificó erráticamente lo ocurrido, sino que supuso que tal hecho había sido cometido por menores (de otra forma no se entiende su recurrente puntualización sobre la imputabilidad). Este silogismo de raíz paranoica, claro, no le concierne específicamente a Susana, sino a gran parte de los argentinos (su público): desde hace tiempo, cuando se comete un robo o un asesinato, lo primero que se supone es que fue llevado a cabo por menores. Pero en lo que realmente se notó un daño cerebral grave fue en sus continuas “propuestas” militaristas. Sin ruborizarse, instó a que se implante el estado de sitio (¿?), como sucedió en New York hace unos años. Pidió “una mano más fuerte” e hizo apología de la mal llamada “justicia por mano propia”. Trajo a colación la política de derechos humanos del gobierno, a la que calificó como “una estupidez” (los partidarios de Memoria Completa ya le reservaron un palco en su próxima fiesta), explicitando una vez más el desconocimiento total de la sociedad sobre el tema (si quieren saberlo lean alguna contratapa de Página firmada por Feinmann, que lo repite cada vuelo de mosca). Y finalmente, instituyéndose como guía del sentir del pueblo, remató su lunático raid verbal con una frase que ingresará en la Historia Universal de la Infamia: “El que mata tiene que morir”. Al otro día, en un conferencia de prensa destinada a ser analizada en las Academias del mundo como ejemplo del significado de la palabra “Contrasentido”, aclaró que ella no estaba de acuerdo con la pena de muerte (“Yo soy católica”, espetó, argentinamente), pero que, sin embargo, el que mata debía morir (¿?).
Los medios se encargaron de justificar tal afrenta contra la inteligencia y la responsabilidad humana aludiendo a una cierta “indignación”, entendible dada la gran cantidad de asesinatos de los últimos tiempos. En Crónica se difundió una encuesta según la cual el 87 por ciento de la gente estaba a favor de lo dicho por Susana. La verdad es que se han instalado una cantidad de ideas en torno al tema de la “inseguridad” muy peligrosas y cercanas a la locura: la sensación de que los delincuentes “vienen por nosotros” (como si se tratara de un genocidio planificado con exactitud por una entidad sobrenatural), la certeza de que “a cualquiera le puede pasar y el próximo podés ser vos” (frase vacía de sentido desde el punto de vista de que cualquier cosa a cualquiera le puede pasar: el amor, la muerte, el éxito, el fracaso), la estupefacción de que “nadie está a salvo, ni siquiera los famosos” (¿y por qué deberían estarlo?), la afirmación de que el Gobierno “no quiere resolver el tema” y es el único responsable (como si fuera tan fácil y no hiciera falta una reconsideración con respecto a los valores por parte de toda la sociedad), el hecho de que no se puede permanecer en la calle sin ser acribillado, etc. Pero lo que más asquea de tal reacción (nunca esta palabra fue mejor utilizada; incluso Susana la mencionó varias veces caracterizando al pueblo como “muy manso”) es ese temor pequeño burgués que asoma detrás de las manifestaciones de ira anti-Inseguridad, ese temor imbuido en la clase media-alta argentina (personificado en la historia por “los bárbaros”, “los cabecitas negras”, “los subversivos”, “los piqueteros”, es decir, todo actor social que se diferencie del grupo que detenta el poder) hacia el “negro”, “el salvaje”, “el indio” que despoja de sus bienes al “blanco”, el “trabajador”, el “civilizado”, el “contribuyente”. No es casual que los casos de “inseguridad” de mayor relevancia e impacto se produzcan en zonas de alto nivel adquisitivo (el policía Garrido o el ingeniero Barrenechea). Por último, quiero decir algo: la Argentina es un país poblado por un gran número de reaccionarios. La Argentina es un país poblado por un gran número de idiotas. La Argentina es un país poblado por un gran número de fascistas. El que no lo quiera entender o mire hacia otro lugar es un reaccionario, un idiota y un fascista. Sayonara.
16 comentarios:
"Susana Giménez (reconocida animadora de TV cuyas mayores características son la desinformación y la ignorancia, virtudes por las cuales el público la transformó en la diva máxima de la Argentina)"
si te levantabas sin ganas de escribir y ponías sólo eso, el Post era igual de efectivo.
Es increíble ésto del paco, la manera en que todo se reduce al paco, o cómo buscan reducirlo, parece Ficcional. No quiero minimizar, tampoco, la existencia y las consecuencias del paco, pero de ahí a que sea el único responsable...
ya pueden dejarse de joder y enfocar un poco más, buscar más en el fondo y dejar de magnitudizar problemáticas para tapar otras.
Buen post, la frase citada vale la nota.
Saludos
Hola Corvino:
Solamente no coincido con la idea de que "los casos de “inseguridad” de mayor relevancia e impacto se produzcan en zonas de alto nivel adquisitivo". Lo que sucede es que esos casos son los que más impactan en los medios. Pero hoy por hoy la violencia delictiva se ejerce de la manera más miserable y sin ninguna "dimensión política". Conozco gente que trabaja por los barrios que fue golpeada y robada por la misma "clase social" a la que ayudaba y defendía con su trabajo. Si es que alguna vez existió, no existe ya una "ética" en los delincuentes. Por otro lado, aun cuando es innegable que años de marginación y pobreza han desencadenado la violencia que hoy vivimos a todo nivel, tampoco hay que negar estúpidamente el componente de corrupción e impunidad. Hace poco le entraron a robar a la casa a un conocido, y el chorro espetó: "dame todo y quedate tranquilo, porque yo con veinte lucas en un mes salgo, en cambio vos te morís una vez sola". Contundente, ¿no...?
te juro que cuando escuché lo que dijo pensé "cagamos, a corvi le agarra un ataque".
te re perdiste el cumple de vale: canté y bailé con papá y mica "laura se te ve la tanga", hay video!!!!
La idea de estar rodeados de fachos e idiotas me resulta incómoda (tanto que reescribí este comentario como 20 veces buscando la palabras justas) y no porque no la comparta: nunca me animé a expresarla abiertamente por temor a pasar por soberbio, o a creerme en un pedestal moral o intelectual y terminar como Lilita. No creo que esas implicaciones se te hayan pasado por alto: te felicito por ser fiel a lo que pensás y por dejar de lado cierta hipocresía políticamente correcta que suele pasar por urbanidad o respeto a las opiniones ajenas.
Retomando la idea de un mundo repleto de fachos y boludos, me acordé de algo que dice Umberto Eco: que estamos en tiempos que le hacen recordar al comienzo de la Edad Media. Tras la caída de Roma en Occidente, la civilización entera se vino abajo, y lo máximo que se podía hacer (lo que hacían las órdenes monásticas como los benedictinos) era intentar salvar lo que se pudiera, esperando que llegaran siglos mejores donde todo eso se pudiera aprovechar. Eco escribe en la Italia de Berlusconi (lo que debería despertarnos hasta un poco de compasión) y hace referencia básicamente a cuestiones culturales, aunque también apunta a p/e la legalización encubierta de la tortura en EE.UU. (!). No es muy esperanzador pero, como dijo el doctor House, "la esperanza es cosa de cobardes".
PS: la palabra no es "cobardes", pero por respeto a estar en blog ajeno, dejémoslo ahí.
Che, ¿da para gastar un post tuyo sobre las declaraciones de esta pobre mujer?
Te lo digo con la mejor, porque todo el mundo habla de esto, y yo me pregunto, qué importancia o trascendencia puede tener las declaraciones de una señora que tiene más de cien palos verdes, que tiene miles de propiedades, y todo eso en un país donde un tercio junta morfi de la basura. ¿Cómo podés ser millonario en un país pobre? Eso es una de las cosas más violentas que conozco.
Banco a Gorosito, fue un partido raro. Y encima ahora hizo declaraciones mundiales: "La vaca come pasto, y es una vaca"
¿El pipo es un nuevo Bamba?
Nunca es al ñudo levantar la voz contra el pensamiento único, y aún más contra la idiotez funcional.
Más allá de que siempre desconfío de las frases como "los argentinos tal cosa" o "la Argentina tal otra", lamento darle la razón al comprobar la extraordinaria difusión de lo que Calamaro felizmente llamó "el vigilante medio argentino", lo cual no hace otra cosa que evidenciar que el que piensa raro es uno.
Lo del pueblo manso se está escuchando cada vez más. Prendió, y se extiende. Cualquier situación conflictiva merece un "y qué querés, tienen suerte, somos un pueblo manso". Aplicada bien la frase puede haste resultar atinada. Pero un subte lleno en hora pico, una cola extensa en un banco o la escacez de monedas, hoy por hoy, ameritan en el "crispado" transeunte la validez del uso de la expresión "somos un pueblo manso".
Leonor.
Lo interesante, además del adjetivo huidizo y atípico, es qué esconde la palabra manso.
Damián.
1. adj. De condición benigna y suave.
2. adj. Dicho de un animal: Que no es bravo.
3. adj. Dicho de una cosa insensible: Apacible, sosegada, tranquila. Aire manso. Corriente mansa.
4. m. En el ganado lanar, cabrío o vacuno, carnero, macho o buey que sirve de guía a los demás.
Yo prefiero un pueblo manso que un pueblo belicoso.
Es el destino divino, tan fino, tan occidental y cristiano
cosmopolita parisino, tan típico matute, pero no el de "Don Gato"
El vigilante argento, además es barato, además es barato
Es el destino tan fino, del vigilante medio argentino...
Yo tengo la teoría de que Susana es un dinosaurio... ¿¿VIVO??
Yo lo veo un post muy necesario ¡Recuperemos la cordura, pueblo par favaaaar!
Saludos!
Ambi, te me desapareciste del FCBK! Iba a mandarte una orden de regreso al blog, bajo pena de muerte, jajaj, pero no sé dónde estás.
Qué grande Orson Welles, estos millonarios van a terminar todos como el gran Foster Kane a los gitos de Rosebud!
En realidad todo este reclamo de mano dura se termina fácilmente: basta que la policía, en vez de matar por error a un morochito en un "procedimiento", mate por error a un ingeniero o un rubiecito. Entonces, el consenso mediático imperante que lleva de la nariz a los miles de pobres infelices que hoy piden pena de muerte se indignará vivamente, criticará duramente a la policía y pedirá que rijan las garantías constitucionales. Entonces en un asalto un ladrón matará a un ingeniero o un rubiecito, etc. etc. La realidad argenta es un loop. Y de los chotos.
PS: cualquier parecido con la súbita indignación por las tumbas NN que aquejó en 1984 a miles de argentinos de clase media que habían aplaudido a la dictadura en 1976 NO es pura coincidencia.
Hoy vi esta encuesta y me acordé de este post:
Resultado de encuesta
¿Qué aspecto vincularía principalmente con la inseguridad?
9.056 votos
Desigualdad social
24.1 %
(2.179 votos)
Pobreza
9.9 %
(894 votos)
Falta de educación
29.3 %
(2.653 votos)
Drogas
33.0 %
http://www.clarin.com/
Querido Corvino, me alegra mucho que seas una de esas excepciones a la regla de tu país lleno de fachos.
El policía Garrido era amigo de una amiga mía, me dijo que era una buenisima persona.
Martin : nuevamente dejo mis respetos por un brillantìsimo post. Este tipo de no-pasividad reflexiva es lo que va a permitir lentamente ir cambiando las cosas. Con algunos aspectos no coincido; creo que el final es innecesariamente duro e inflexible, una suerte de "mano dura" de las ideas (veo ahì que la "indignaciòn", tal como a Susana, te jugò una mala pasada : "El que no lo quiera entender o mire hacia otro lugar es un reaccionario, un idiota y un fascista." ; el planteo maniqueista no es un remate que le haga dignidad al excelente post, pero bueno, como promuevo la comprensiòn y la tolerancia, y como uno mismo muchas veces se equivoca en este sentido, lo tomò asì y digo que no le quita valor al post) . En el camino espiritual que uno ha elegido para cambiar SU mundo y ayudar a llevar luz al mundo de los que lo rodean a uno (parezco el robot de Hombre Bicentenario diciendo "UNO està contento de ser ùtil" ¿?) creo reflexionar como lo hacès es EXCELENTE, pero llevando en la pràctica a sus ùltimas consecuencias esas lùcidas observaciones estamos obligados a mostrar un tolerancia sin medida con estos reaccionarios : sòlo asì arrimaremos màs lucidez (y lùcidos) a esa Nueva Esperanza, esa Nueva Felicidad en la que creemos y por la que bregamos. Creo que de eso se trata todo. En cualquier caso, te felicito y en cuanto volvamos del parete con el suplemento aquì en el Chaco, siempre con tu autorizaciòn, me gustaria publicar tu nota (ademàs tengo la posibilidad de publicarla en una muy linda revista local, pero es bimestral y acaba de salir, asì que eso serìa un poco màs lejos en el tiempo) . Abrazos y tenè en cuenta : SIEMPRE HAY ALGUIEN LEYENDOTE . Eso hace la diferencia. Guido Moussa.- (guidomoussa@hotmail.com)
Buena la cita!!!
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