jueves, 16 de septiembre de 2010

Parado en el medio de la vida

Al director y guionista Noah Baumbach le debemos The Squid and the Whale (2005), una historia fabulosamente narrada sobre una familia disfuncional de los 80'. Ese cóctel de amor y sordidez se encuentra entre las mejores películas de la década pasada. Greenberg, su nueva apuesta, se estaciona en la senda del cine alternativo en el que, a ciencia cierta, nunca alcanza a distinguirse la sensibilidad artística del esnobismo puro y duro. Pero no importa: si el fantasma de la esnobidad (propio y ajeno) estuviera siempre presente, no podríamos ver nada. Ni Herzog, ni Tarkovski, ni Hitchcock.

Además ahora hasta ver Los bañeros más locos del mundo o El trueno entre las hojas es ser esnob. En realidad, la instalación masiva del "cualquierismo cultural" desbarató la noción de esnob. El dualismo general en el que estamos inmersos, incluso esfuma las categorías que alguna vez describieron al sujeto posmoderno. Ya ni existe ser o parecer o hacerse el esnob, lo somos (y no lo somos) aunque no lo sepamos y se suponga que estamos en contra o lo aceptemos como un placer culposo.

Roger Greenberg, el protagonista del film, es un slacker al que se le pasó su cuarto de hora. Ese tipo de personaje que sustituye la acción por la apatía, el silencio por la locuacidad, la habilidad por un sedentarismo inoperante. Un amargado que siempre tiene abierta la canilla de la pulsión de muerte, con la sombra de Tánatos por detrás. Enojado con el mundo y consigo mismo sin una razón de peso. El psicoanalizado obsesivo al que la terapia no le sirve, porque ni se entera de sus problemas y proyecta sus patologías en los demás. En contra de la corriente pero capaz de ahogarse en un vaso de agua vacío. Un paria de la Generación X.

Greenberg es, sin saberlo, militante de la corriente política inmortalizada por Melville: el "bartlebysmo". Aquella que tiene como única doctrina un lema fulminante que sirve como respuesta a todas las proposiciones: "Preferiría no hacerlo". Tener planes. Comportarse de acuerdo a lo establecido. Terminar una carrera. Formar parejas. Esos acontecimientos que, convencionalmente, se supone, permiten que la vida avance, son los que Greenberg deja de lado para hacer un culto del no hacer nada. Un posicionamiento con un leve matiz subversivo, ya que en una sociedad que abandonó la reflexión y tiene como máxima la proactividad (vaya uno a saber qué corno significa eso), no sumarse es una rebelión, secreta, inútil, absurda, pero rebelión al fin.

Ahora vayamos del arquetipo al tipo. Greenberg (no hace falta repetir lo que todos sabemos: Ben Stiller es un gran actor; lo repetí) tiene 40 años, acaba de salir de un hospital psiquiátrico y está parado en el medio de la vida. Pero, a diferencia de David Lebón, no se siente "muy muy bien" que digamos, sino todo lo contrario. Su hermano (que se va de vacaciones a Vietnam con su familia) le encarga cuidar su casa para que despeje su mente siniestra con el aire cálido de Los Angeles. Pero, rápidamente, sin que suceda una catástrofe, todo empieza a "malir sal". Se aburre. El perro cae enfermo. Sus viejas amistades le parecen desconocidas. Y encima los vecinos de al lado se la pasan en su piscina, algo aterrador para un neurótico como él, que mata el tiempo escribiendo cartas de queja a diferentes negocios y compañías.

En medio de ese caldo espeso conoce a la asistente de su hermano, Florence, interpretada por Greta Gerwig, algo así como la anti heroína hollywoodense. De contextura física importante, media torpe al caminar, bruta en el decir, pero inobjetablemente hermosa, con la inequívoca belleza espiritual que tienen ciertas mujeres que nos gustan mucho y no sabemos por qué. Junto a Roger conforma una pareja de ésas en las que lo único claro es que no hay nada claro. ¿Somos novios? ¿Estamos enamorados? ¿Es sexo y nada más? ¿Me querés? ¿Mañana nos vemos? ¿Te tengo que llamar? ¿Te ves con otras personas? ¡¿Estás embarazada?! En fin, interrogantes cotidianos que pueden ser comprendidos en una misma pregunta: “¿Qué estamos esperando para recibir amor?”.

¿Acaso la fucking vida cabe en un tema de Serú Girán? Misterio.

Repleta de diálogos inconclusos, malentendidos y escenas sin ton ni son, Greenberg parece un experimento sociológico para incomodar al espectador. Tal vez pueda contarse entre una de esas películas de Festival en las que los más viejos se van antes de que termine aludiendo no entender nada. O como una especie de secuela de Punch-Drunk Love (2002) la comedia romántica magistral de Paul Thomas Anderson.

"¿Oyes un tren?", pregunta Florence a Roger mientras él, imprevistamente, le hace sexo oral. Pero Baumbach también tiene lente de poeta y se luce con varias imágenes que se pegaran a nuestra retina pop como chicles emocionales (1): un muñeco de goma sometido a los vaivenes del viento, un animal extrañísimo que flota en la piscina. La rareza explosiona cuando nuestro querido trastornado asiste a una fiesta juvenil. La confrontación de usos y costumbres es realmente escalofriante. Yo sé lo que les digo. O no. Qué sé yo.

(1): ¿Qué?

14 comentarios:

El iconoclasta dijo...

Durante mucho tiempo fui un consumidor del mainstream, y a pesar de las recomendaciones de allegados de no ver esta peliciula, lo hice. Sencillamente, fue como ver retratados grandes aspectos de mi personalidad, hasta hace unos 5 años, y aunque no sali de un siquiatrico, tuve que hacerlo de mi propio encierro. Paradojicamente, en mis posts de hace unos años, usé nombres de canciones de Serú para titularlos, solo quizá, porque esta parte de la vida, la del medio, cabe en un tema de Serú Giran.

Saludos!

Anónimo dijo...

Es una pelicula que incomoda como incomodan estos personajes. Me parecia estar pasando un mal rato con malos conocidos.
El protagonista esta a contramano, simplemente, y en un punto se da cuenta, y es triste.
Se cree un tipo que piensa, que la tiene clara, pero es hartante. Y harta hasta al mas loser de sus amigos. Hasta el mas loser HACE mas que el revolviendo su caquita mental 24/7.
Esta bueno verlo, podemos ser nosotros. Uno nunca cree serlo...sad fact of life.
Buen post.

Anónimo dijo...

Corvino: buenísimo lo que escribiste. Alguna vez dedicale alguna reflexión a la onomatopéyica de David Lebon (podría llamarse así una ciencia que estudiase las partes sin letras de las canciones del Rock nacionales e internacional?), llenas de sonidos inverosímiles como "chaaa ieee". Después podemos organizarnos y darle el titulo de "Hombre mas espontaneo y menos snob" al ruso Lebon, que se lo merece...Un abrazo

voy a ver la película

Manucho

Otm Shank dijo...

El snob no produce discurso, corvino. A veces produce cosas que se le parecen a un discurso, pero no discurso propiamente hablando. Menos aún un post (un blog) como éste.
En cuanto a Baumbach, amén de ser el único director que conozco cuyo nombre sumado al de una de sus películas dio lugar al nombre de una banda más que aceptable, es en tu terminología el Bioy de Wes Anderson (aunque sin la nefasta influencia sobre los publicistas de televisión)
La veré.

Joy dijo...

Vi la peli. Stiller (su personaje) me pareció un nihilista moderado, posmoderno, inconsciente de su situación como bien remarcás.

Igual, hay amor, y el tipo activa desde el principio. Es un neurótico, y me pregunto si está consciente de su desesperación al momento de acercarse o simplemente es un reflejo natural.

Billy dijo...

Banco a Ben Stiller y a Adam Sandler. No sé si soy grasa o snob.

Muy buena esta película. Dos pulgares arriba (?)

Leo1984 dijo...

El problema de Baumbach, así como el de Anderson (no cualquiera comienza su filmografía con Bottle Rocket, Rushmore y los Tenenbaums)
es haber tenido su pico creativo al comienzo de sus carreras, con lo cual, posteriormente sólo se limitan a repetirse a sí mismos (no lo hacen mal, pero siempre sobrevuela el mismo olor a refrito). Recomiendo, ya que mencionaron a Sandler, "Make me laugh", dirigida por Appattow, trata una temática similar, pero sin el happy ending que arruina el noventa por ciento de las películas. Muy bueno el blog

Anónimo dijo...

El flaco se reencuentra con amigos (o al menos los que lo habian sido) y saca temas comunes e intenta discutirlos.
Son cosas que pasaron hace años, pero para el son cosas en las que piensa todo el día, cosas que lo hacen calentarse, o ruborizarse, o reirse como si hubiesen pasado hace minutos. Pero ya son viejas, son pasado, a nadie le importan.
Triste

Corvino-san, hacete otro post de amorrrrr que estaba bueno el tema

Martín Zariello dijo...

Iconoclasta: se viene post sobre Serú, lo estoy craneando en mi mente. Falta escribirlo y que quede bien y se me ocurran 30 párrafos por lo menos.

Anónimo: Yo me sentí re identificado, pero tengo 15 años para revertirlo.

Manucho: Qué grande Lebón. Cuando tocó Pescado Rabioso en Vélez su figura era intergaláctica. Gran guitarrista, genial cantante (incluso sus absurdas t convertidas en ch son parte de su estilo) e inestable compositor de carrera solista ni fu ni fa. Sin embargo, tiene por lo menos 10 canciones magistrales: Hombre de mala sangre, Dos edificios dorados, Casa de arañas, Sueltate rock and roll, Esperando Nacer, Cuanto tiempo más llevará, Frecuencia Modulada, etc. Algunas las compuso con Charly, pero Charly no las hubiese compuesto sin Lebón.

Otm: Pero igual Bioy es un gran escritor. Me acordé del post de los Borges, ¿alguien se acuerda?

Joy: Andá a saber. Es muy irritante también.

Billy: ser grasa es esnob pero ser esnob no es grasa (?).

Leo: Iba a mencionar eso en el post, que es imposible (o casi, quién sabe) que supere The Squid and the Whale.

Anónimo: El dato medio descolgado de la película es lo de la banda. Termina con esa discusión al final entre él y su amigo y no le encuentor muchos motivos.

Saludes.

Cine Braille dijo...

Ben Stiller capo, el hermanastro de George Costanza (su padre Jerry es Frank Costanza). Lebón dio lo mejor de sí teniendo que pelear (pero bien) con Spinetta o Charly para meter sus temas en un disco: un poco de darwinismo le hace bien al arte. Y no vi Greenberg y no quiero sarasearla. Ahora, unos meses de slacker en la vida son casi imprescindibles, sobre todo si, a diferencia de este personaje, lo tomás bien, no te enojás con nadie, no te neurotizás. Tuve un par de épocas así y los aproveché para leer no menos de 3/4 de todos los libros que leí en mi vida. Por lo general, de esos estados en que uno parece estar esperando nacer (guiño al título del post) sólo te saca una mujer, o al menos el deseo de una mujer. (Ah, cierto que a veces es por una mujer que uno entra en ese mundo).
Después de la participación en las ganancias de las empresas, hay que decirle a Recalde que vamos por un mes de slacker (¿fiaca? ¿vago?) pago cada cinco años. Mal que le pese a La Nación.

Cine Braille dijo...

Greenberg me hizo acordar a algo como esto:
http://www.pagina12.com.ar/diario/contratapa/index-2008-07-14.html

Anónimo dijo...

Yo creo que lo de la banda es medio como el motor de la vida del flaco, como que cree que eso todavía esta pendiente, mientras todos comprenden que ya pasó, que fue un delirio de la juventud, como tantas cosas que pasan que parecen re buenas ideas, y con el tiempo se revelan como tremendas boludeces.
EL flaco cree que la banda es algo, cuando todos se dan cuenta que no es nada. Lo mismo que su "relación" con Jennifer Jason Leigh (es ella no??, la mina apenas se acuerda de el, y el flaco tiene hasta los dialogos frescos en la memoria, de tanto que rumia.

Para el protagonista nada termina, todo esta ocurriendo, en un tempo lentisimo. Todo le queda en la bandeja de salida.

Cree en que la banda puede renacer o algo, como si uno creyera que el kioskito de revistas viejas que puso con los amigos en la vereda puede ser una salida laboral seria.

Sad. Sadder. Saddest

El iconoclasta dijo...

Será bienvenido el post sobre Serú, es una banda que me ha acompañado desde mi niñez, es casi un hermano mayor piola.

Saludos!

Anónimo dijo...

"Repleta de diálogos inconclusos, malentendidos y escenas sin ton ni son, Greenberg parece un experimento sociológico para incomodar al espectador."

...me pareció bastante fluida la película, o será que de tanto ver i-sat y Europa-Europa desarrollé una tolerancia a las pelis non-hollywood.


saludos

Mr Gabi