Una de Lynch

¿Alguna vez vieron una película de David Lynch? Generalmente hace una ensalada con los mismos ingredientes. Una mujer perdida. Un crimen. Sangre. Elementos "bizarros" (tal vez a Lynch le debemos el uso constante de este término) que provocan el extrañamiento del espectador (enanos, gordas desnudas bailando, brujas, conejos con conductas humanas, personas sin cara, música ejecutada por bandas fantasmas). El itinerario de River en la B me recuerda bastante a las películas de David Lynch. Especialmente porque lo que recorre buena parte de la filmografía del director es la sensación de pesadilla. Y que nunca se aclara nada. Casi estoy seguro de que el tipo es un genio, creo que hay que tener respeto por alguien capaz de crear un imaginario y un estilo. Pero los productos de su imaginario y su estilo pueden estar cercanos al bodrio. Muy a menudo las películas de Lynch, como los partidos de River, son una mierda. Empiezan bien y se desdibujan. Hay que soportar dos horas y hay una escena maravillosa. Su mejor trabajo es Twin Peaks, probablemente porque tuvo que adaptarse al formato televisivo y se autocensuró. En fin. Teniendo en cuenta que el tipo no dirige un largometraje desde el 2006, me estoy preguntando seriamente si la temporada de River en la B no será su nuevo proyecto. A veces espero que por Ocampos ingrese un conejo y que se explicite la ficción. Incluso puede que el conejo rinda más que Villalva, uno de los jugadores que más prometió y menos cumplió en la historia. Un buen muchacho seguramente, contra el que no tengo nada, pero que expresa un poco qué es River: la absoluta imposibilidad de redención. Los que leyeron a Kafka, los que sufrieron un amor incorrespondido, los que viven una noche eterna y nunca ven el sol, saben de qué hablo. Villalva casi nunca termina bien sus jugadas, casi nunca hace goles, casi nunca es la figura. Siempre está a mitad de camino.

Desde hace un tiempo, River viene descendiendo, no de categoría (eso sería doloroso, pero reversible) sino metafísicamente. Hace ya por lo menos una década que River entró en un túnel, un túnel de decepciones, humillaciones, contratiempos, malentendidos, pérdidas, devastación. Sabato saldría corriendo. Ser de River se convirtió en un acto ético: de otra forma todos hubiésemos dejado de serlo. Cuando el Chori Domínguez fue a patear el penal enfocaron a los hinchas en las tribunas y todos se agarraban las cabezas. Creo que no hubo un solo hincha de River en el país que no supiera que ese penal iba a ser atajado por el arquero. Ahora bien: lo intolerable es que terminado el encuentro, el mismo arquero que te acaba de arruinar, diga que es fanático de River. ¿Qué es esto? ¡Ey, Lynch, ya fue, loco, se terminó el presupuesto emocional, lo de Ponzio fue demasiado, fue una escena de mal gusto, propia de Wild at Heart, pero esto es un golpe bajo!

Ahora recuerdo a todos los que se enojaron con Almeyda porque puso el equipo B contra Racing en la Copa Argentina. (Sí, parece un chiste, somos de la B y ponemos un equipo B). Estos soñadores, estos verdaderos utopistas de la vida, estos enternecedores optimistas, querían ganarle a Boca en la final. A continuación me río: Ji, ji, ji, ja, ja, ja, ju, ju, ju, je, je, je. Como dicen en Alta Fidelidad: eso es casi como querer tocarle una teta a una chica, que no te deje, y probar entre las piernas. Por suerte que no jugamos con Boca una final. Menos mal. Ese equipo B contra Racing fue lo mejor que hizo Almeyda desde que es técnico de River (además de elegir ese saco tan in que se puso hoy). Lo que menos quiero es jugar una final con Boca. Y perder en forma inapelable contra un equipo superior. Y profundizar la angustia de no haber ascendido. O neutralizar la alegría del regreso. Ya lo dijo Fito Páez: dar es dar, es sólo una cuestión de actitud y la frase que hoy nos compete: tiempo al tiempo.

-¿Me prestás 100 pesos?

-No tengo.

-¿Me prestás 50.000 dólares?   

No, muchachos, no es así. La realidad es esta: perdimos 1 a 0 con Patronato y tal vez juguemos la promo con San Lorenzo. Y lo que yo me pregunto realmente, con todo el respeto que me merece Patronato, la provincia de Santa Fe, el estadio de Colón, el uruguayo Pereyra y la República Argentina, es:

¿Qué mierda es Patronato de Paraná? 

Algunos me dirán que es un equipo. No me refiero eso, amigos, ustedes saben de lo que hablo. Lo peor de todo es que perdemos en 5 canales a la vez. ¿Nunca les pasó querer cambiar rápido después de que River pierda y que todos los canales estén pasando el partido? Eso es Lynch, a mí no me engañan.

Recuerdo cuando subestimaba jugar con Lanús. Qué aburridos me parecían esos partidos. Qué innecesarios. Qué cancha de mierda, pensaba. Qué equipo choto Lanús. No había ninguna adrenalina en juego. No sentía nada. Gritaba los goles pero era como fumarse un porro y sospechar que es orégano y hacerse el colgado igual. En la primera rueda casi me alegré por haber dejado atrás esa monotonía, simbolizada en Lanús. O en Argentinos Juniors. En equipos gastados que habían perdido su significado y no me provocaban el pavor sorpresivo de la remera de Defensa y Justicia. Pero este año comprendimos que la B Nacional no es una categoría, sino un estado de ánimo parecido a la desesperación. O un país, con su cultura, su idioma, sus costumbres. La B como llegar a un cumpleaños y no conocer a nadie. La B como comer en la casa de tus suegros por primera vez y para siempre. La B como esperar el colectivo un día nublado y frío de junio, mirar el horizonte y sentir que no viene, indefectiblemente, falta mucho para que venga el colectivo. Cada tanto aparecen viejos conocidos, ex jugadores de primera que, cual bichos temibles al estilo Lovecraft, regresan en forma de fichas para decirte que podemos acabar con el pasado, pero el pasado no acabó con nosotros: Satanás Páez, Tomate Pena, el Chanchi Estevez, Fabbiani, Diego Armando Barrado. ¿Dónde estaban? ¿Quién los trajo? ¿Todavía son seres humanos? ¿Existen o son producto de la imaginación afiebrada de un hincha aterrorizado? Todos pululan en equipos indescifrables de ciudades de provincias que apenas conocías pero con el mismo objetivo: robarte un poco más de lo que te queda de dignidad.

Para nosotros, el fantasma del descenso ya es como el de Canterville, no asusta a nadie. Después de todo, la sentencia borgeana de Iker Muniain, el crack del Athletic Bilbao, podía servirnos como respuesta irónica y superada al inquietante "Vos sos de la B": River se fue al descenso porque era el único torneo que le faltaba ganar. Del que nadie había hablado era del fantasma del no-ascenso, una categoría muy compleja, entre la sociología y el psiconálisis. Si tiene tantos huevos, Marc Augé debería analizarla. Abrazo de gol.